La Restinga Beach: una parada gastronómica de incalculable valor

En el límite de Torrox y Nerja, casi oculto en un pequeño recodo de la carretera de Almería se encuentra La Restinga Beach. Bien mirado, se asemeja a un palacete señorial a cuyo pie se perfila una pequeña cala bañada por un Mediterráneo tan manso como luminoso. El restaurante ha visto pasar todo tipo de turistas y nacionalidades. Cuarenta años dan para mucho. Lo que nunca ha cambiado es su compromiso con la buena gastronomía y el producto más exclusivo para ofrecer la mejor propuesta a sus clientes.

Desde el primer momento, La Restinga Beach fue un pionero en la zona de Torrox y Nerja. Su fundador, Juan Bayonga, oriundo de Cartagena de Indias (Colombia) lo tuvo claro. Impuso un estilo caribeño, propio de su tierra, y caracterizado por los techos de cañizo, profundizó en la calidad y no abusó del espacio, algo que agradecería años más tarde cuando Costas acotó la superficie de los chiringuitos.

Todos esos principios se han mantenido sin cambios; incluso han mejorado de la mano Sebastián Degarbo. La Restinga se parece únicamente a la palabra chiringuito por su ubicación a escasa distancia del litoral, concretamente de la Playa de Vilches. El resto de sus atributos lo emparentan con un buen restaurante. Manteles, buena vajilla, una acertada selección de vinos y una carta que rivaliza con cualquier local de prestigio de la Costa del Sol. En cuanto a su gastronomía, el arroz es el rey, sin duda, de los fogones. Y no escatiman medios.

“La variedad que utilizamos es un ‘Arroz de Calasparra’, uno de los tres únicos de España con denominación de origen”, nos dice Degarbo. Todo un lujo a “nueve euros el kilo. Fíjese”. Con este excepcional producto preparan la Paella clásica Valenciana, Paella Marinera, Arroz Negro y también una “magnífica” Caldereta de Arroz con Bogavante.  La verdura y el marisco empleado son de primerísima calidad y todo ello le ha permitido fidelizar a la clientela. Las ensaladas no le van a la zaga. Y al igual que las paellas, Degarbo derrocha producto de altura. “Bien frescas y con hasta cinco tipos de lechugas”.

Deliciosas son todas las propuestas gastronómicas de Restinga Beach.

La diferencia frente a otros establecimientos de la zona es la incorporación de multitud de frutas, “hasta doce tipos entre moras, mangos, kiwis, piñas, grosellas, naranja, plátano”, señala el restaurador. “Todo muy picadito”. Como resultado la ensalada Tropical es “impresionante y tiene una gran demanda entre los clientes”. También hay platos que simbolizan el estilo del establecimiento como la Ensalada de Aguacate (con sus frutas características), las Croquetas de Jamón Ibérico con Mermelada de Tomate, el Bacalao a Baja Temperatura con Puré de Patatas Confitado o el Solomillo de Cerdo Ibérico con Verduritas a la Plancha.

El apartado de vinos es asunto de la otra parte del equipo, María del Carmen Alaminos (su mujer), quien coordina sala y también se encarga, y con mucha soltura, de los postres. La Restinga Beach ofrece una carta de vinos bien seleccionada donde encontramos 60 referencias de “muy alto nivel”. No obstante, en los dos últimos años, han ido ganando peso las referencias de Málaga y Andalucía. “También denominaciones emergentes como Penedés o Rías Baixas”, recuerda, aunque “sin desmerecer los buenos Riojas y Riberas del Duero”. Los pescados y mariscos, como no podía ser de otra manera, están muy presentes.

“Puedes encontrar cualquier género y siempre fresco”, insiste Degarbo. Destacan sardinas, dorada, calamares o rodaballo espetado, lenguado, bacalao, pez espada o merluza. “Incluyendo pescado del día que nos traen a diario proveedores locales y que se ponen fuera de carta”.

Alaminos también se ocupa de elaborar los deliciosos postres. “Todos caseros y elaborados con cariño”, asegura. Entre sus propuestas, destaca la Tarta de Queso, el Brownie, el Tiramisú y la Tarta de Plátano y Chocolate, toda una exquisitez. Como jefa de sala considera que “el trato amable debe ser primordial para que vuelvan contentos”.

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Juan Alberto Gómez
Redactor todoterreno con más de 15 años de experiencia, en el mundo de la gastronomía, el turismo y la economía. Explorador incansable de los sabores, las cocinas del mundo y los nuevos hallazgos culinarios. Siente pasión por todo lo que rodea al mundo del vino y la enología. También de los productos de temporada y kilómetro 0, lo que viene en denominarse ‘slow food’. Hace suyas unas palabras de Cicerón: “el placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”.