Lo extraordinario aparece cuando nos hacemos las preguntas adecuadas y sabemos cómo encontrar las respuestas. Hace tiempo que las ciencias relacionadas con el comportamiento humano dejaron de preguntar a las personas qué opinan para estudiar cómo reaccionan y se comportan. Gracias a esta nueva metodología, el ser humano ha redescubierto que “del dicho al hecho hay un gran trecho” y es que lo que pensamos y decimos pasa por un filtro moral, ético y cultural que nuestro comportamiento transgrede con bastante más facilidad.
En lo que a experiencias gastronómicas se refiere, parece ser que estamos tan influenciados por todo lo que sucede a nuestro alrededor mientras degustamos un bocado, que su sabor en sí mismo es (casi) lo de menos.
Hoy sabemos que lo que realmente determina esa interesante experiencia es el maridaje entre el contenido de nuestra boca y el de nuestra mente. Pero dejemos las teorías a un lado y veamos cómo podemos ofrecer una experiencia memorable a nuestros invitados, ya sea en casa o en el restaurante.
1. Aromatiza el ambiente
Las fragancias inducen estados de ánimo que nos transportan a momentos pasados o a lugares concretos. Podemos usar los aromas alimentarios en cubiertos, servilletas o platos para crear un jardín de flores, un bosque encantado o una panadería recién abierta. No es casualidad que en EE.UU, los agentes inmobiliarios de éxito hornean galletas antes de enseñar una casa en venta para crear la sensación de “hogar”.
2. Sorprende con formas y colores
Sirve la comida en platos blancos en vez de negros para hacer pensar que tu menú es hasta un 10% más dulce, un 15% más sabroso y significativamente más delicioso. Si lo dice un estudio realizado por la Fundación Alicia en colaboración con El Bulli, por algo será. ¿Quieres que tus comensales coman más? Utiliza una vajilla azul. ¿Te has puesto a dieta y quieres comer menos? Sirve tu comida en platos rojos. ¿Deseas provocar una sensación de paz y armonía? Coloca las formas angulosas mirando hacia el margen superior derecho.
3. Crea expectación con los sonidos
Tanto las notas que producen los alimentos que comemos como la música que escuchamos mientras los ingerimos tienen una repercusión directa sobre nuestra percepción de su sabor. Agrega un toque crujiente extra a tus preparaciones añadiendo a tus platos patatas chips, caramelos Peta Zeta o envolviendo tu comida en una bolsa que cruja bien fuerte al manipularla. Tus comensales recordarán el plato como especialmente interesante y delicioso y sólo tú sabrás que el “truco” tiene más de ciencia que de magia.
4. Potencia el juego
Aunque suena novedoso, el tacto ya era un sentido muy explotado en la gastronomía allá por los años 30, cuando los futuristas italianos, capitaneados por Marinetti, organizaban los primeros “banquetes táctiles”. Aunque sus dotes culinarias no eran las más alabadas de la época, hay que admitir que, como diseñadores de experiencias, eran todo unos artistas. Celebra una noche temática en tu hogar o restaurante maridando tu menú con la etiqueta de tus comensales y descubre que saborear tus platos vestido con prendas de seda no es igual que hacerlo sintiendo la suavidad del terciopelo. ¿Te resulta demasiado estrambótico? También tienes la opción de añadir textura a los mangos de tus cubiertos forrándolos con diferentes materiales.
5. Convierte la atmósfera en persuasión
Aunque todos afirmamos que la música en restaurantes y supermercados no nos afecta a la hora de decidir qué productos elegimos, los estudios de marketing sobre el impacto de la música ambiental en la conducta de las personas revelan lo contrario. Maridar la música con el menú induciendo una inmersión total en los sabores y conceptos gastronómicos aumenta las satisfacción de los comensales, así como las ventas. También la decoración, la iluminación y la temperatura juegan un papel fundamental a la hora de inducir a nuestros comensales a un estado concreto. ¿Vas a preparar un banquete tailandés? Potencia la experiencia con sonidos directamente traídos de Bangkok. Seguro que Spotify te echa una mano.