Un recorrido por los vegetales menos comunes que tú también querrás tener en la nevera. Corrientes alimentarias como el raw food, que promueve una alimentación a base de crudos, o el clean eating que apuesta por menús basados en vegetales y libres de aditivos, han contribuido a que nuestras neveras se llenen de más hojas verdes que nunca.
Sí, lo que no consiguieron nuestras madres lo han conseguido las irresistibles recetas de instagram y pinterest (y la convicción de que si comemos como Gwyneth Paltrow, seremos igualitos a ella). Este mes te invitamos a esta ruta de vegetales poco comunes que acabarás deseando como el próximo capítulo de Juego de Tronos.
~ Pak choi
¿Eres de los que no comen “cosas raras que vienen de lejos”? Esta vez no tienes excusas: hace tiempo que el pak choi se cultiva en España.
Aunque parece un familiar lejano de las acelgas, el pak choi es una crucífera, por lo que se halla más cerca del brócoli o de los grelos que de las primas de las espinacas.
Es el protagonista de suaves y deliciosos platos asiáticos, le encanta lucirse en sopas sorprendiendo por el contraste entre sus tiernas hojas y sus crujientes tallos, mientras que en ensaladas se muestra elegante y sobrio.
~ Dragon kale
¿Quién nos hubiera dicho a los millennials que nos volveríamos locos con las berzas? Si Hollywood contribuye a que recuperemos el amor por lo propio, bienvenidas sean sus excéntricas modas.
Aún hay quienes piensan que la col kale y las berzas son lo mismo y, aunque sería un genial ejemplo de cómo el marketing influye en nuestras pautas de consumo, siento decir que ambas son variedades de coles, pero no la misma.
Dentro de este maravilloso mundo verde existen infinidad de variedades, quizás una de las más llamativas sea la “dragon kale”, una variedad de kale de un color verde casi azulado con una piel rugosa que, quizás la haga menos interesante para ensaladas, pero que presenta un delicado y delicioso sabor que sorprende en sopas, salteados y guisos.
Lo dicho, la obsesión por la kale nos ha hecho recuperar otras coles jurando que siempre las amamos. Debe de ser difícil para nuestras abuelas entender que no las queríamos en la sopa y que ahora no podamos pasar sin ellas en nuestros clorofílicos batidos.
~ Cola de mono
Aunque no todas las variedades de helecho son comestibles, los brotes de la variedad Matteuccia Struthiopteris no sólo lo son, sino que además se han hecho especialmente populares en Canadá.
Son el snack perfecto: contienen el doble de antioxidantes que los arándanos, son bajos en sodio y suponen una gran fuente de fibra, así como de vitaminas A, C y B.
Aunque los hay valientes que los comen simplemente blanqueados, cuentan que los “fiddlehead” o “cola de mono” se vuelven especialmente seductores salteados con un poco de mantequilla. De ser así, no me los quiero imaginar con un poco de AOVE y ajito picado…
~ Berros
Poco usados en nuestro país, pero muy solicitados en el norte de Europa, sobre todo en forma de brotes. Son los reyes de sabrosos bocadillos y coloridas ensaladas y fascinan a los más pequeños al crecer en una simple hoja de papel de cocina. Solo necesitan agua y un lugar tranquilo sin luz directa para desarrollar sus interesantes dosis de vitaminas K, A, C y B9, así como potasio,calcio,magnesio,sodio y selenio.
Tienen un sabor algo picantón que recuerda ligeramente al de los rabanitos y que aporta un toque fresco y divertido a prácticamente cualquier preparación.
~ Hinojo marino
Hace años que los chefs más modernos han dejado de darle la espalda a las verduras del mar. Con interesantes propiedades nutricionales y sorprendentes sabores, estas verduras dotan a cada plato de notas marineras sin que tengamos que recurrir a especies del reino animal.
También se le conoce como “perejil de mar” y crece en las costas europeas y norafricanas para aportarle su característica chispa a ensaladas, guisos o encurtidos.
Es rico en yodo, carotenoides y vitamina C, aunque sus propiedades varían según la zona y variedad.