Mamá, de mayor quiero ser pastor

La labor pastoril en Málaga está experimentando un notable crecimiento gracias a la profesionalización y formación para apostar por un sector ganadero de calidad y que, además, suponga la dinamización de empleo en la zona. De hecho, recientemente se ha publicado el plazo para la octava edición de la Escuela de Pastores y Pastoras de Andalucía organizada por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta y que en esta ocasión será en la comarca de la Sierra Norte de Sevilla. Los principales objetivos de esta escuela es mantener y recuperar una actividad tradicional tan presente en el entorno rural se adapte a los nuevos cambios y avances tecnológicos para así implantar el pastoreo 2.0.

Este peso del sector ganadero se refleja en el importante crecimiento que se ha dado en estos últimos cinco años, dentro de las 2.000 explotaciones de pequeños rumiantes con las que contamos en la provincia. Si bien se mantiene el número de familias que viven dentro de este sector, si sube el número de cabezas de ganado, siendo el sector caprino el que más peso tiene en Málaga.

Según los datos proporcionados por la Asociación Agraria y de Jóvenes Agricultores de Andalucía en Málaga, Asaja, a finales del pasado año 2017 se contabilizaron un total de 189.095 hembras reproductoras en caprino, lo que ha supuesto un incremento de más del 28,07% con respecto a 2012, con cerca de 136.000 animales.

A este crecimiento contribuye el impulso y el valor que se le ha dado a la cabra malagueña, ya que supone una de las especies que cuenta con una de las mayores concentraciones de todo el país, e incluso a nivel europeo. La cabra malagueña destaca por su producción lechera así como su adaptabilidad a distintos ecosistemas y zonas, por lo que sigue siendo bastante demandada en otras comunidades autónomas.

Igualmente, los datos en el sector ovino reflejan una importante tendencia al alza, de un 16,04% en los últimos cinco años, con un total de 138.167 hembras reproductoras contabilizadas a finales del año 2017. Es por ello que la formación ha permitido ampliar el tamaño de las explotaciones y ha generado una economía a gran escala; impulsada además por las ayudas públicas a jóvenes ganaderos para que puedan incorporarse a esta labor.

La profesionalización en este sentido contribuye a que se difunda y promocione la actividad pastoril en distintos ámbitos, ya que además se prepara a profesionales de la ganadería con experiencia para ser futuros tutores y formadores, así como la capacitación de nuevos pastores, sobre todos los jóvenes que se suman a esta actividad. La inclusión de nuevos interesados supone un aporte en innovación, así como en la mejora de la producción, ya que se añade cualificación y formación sumado al emprendimiento.

Estas opciones formativas se vuelcan en las nuevas técnicas y conocimientos adaptados al siglo XXI en el que se ilustra sobre la alimentación de las especies, diversos aspectos sobre la sanidad animal, el control y la gestión de explotaciones, así como la comercialización de productos, la conservación de la naturaleza o la prevención de incendios; entre otros asuntos relacionados con la ganadería.

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