Febrero es mes de carnaval por excelencia, de fiesta y diversión en todos los municipios de la provincia. La mayoría celebra un carnaval tradicional con concursos de murgas y comparsas, además de disfraces y desfiles en las calles, pero también existen otras localidades, sobre todo del interior de nuestra provincia, que ofrecen a sus vecinos y visitantes unas fiestas “diferentes”. Es lo que ocurre en Montejaque, Ronda, Tolox, Alozaina o Humilladero, entre otras poblaciones.
En Ronda, aparte de los desfiles típicos, tiene lugar una degustación de migas justo al inicio de la fiesta. Unas migas con chorizo y panceta en la popular plaza de Los Descalzos dedicadas a Don Carnal. El año pasado se repartieron más de mil raciones para las que se utilizaron 25 kilos de chorizo y más de 13 kilos de pan.
En la misma Serranía de Ronda, en Montejaque, se celebra el llamado Juego del cántaro. En esta actividad se participa por equipos. Sus miembros tienen que lanzarse por el aire un cántaro desde una distancia determinada. Conforme van quedando eliminados los equipos, una vez que la vasija cae al suelo y se hace añicos, la distancia desde la que han de lanzarse el cántaro los miembros de cada equipo va en aumento.
El carnaval de Humilladero recupera una tradición ancestral conocida como el Chuchete de los Botijos. Vecinos disfrazados se reúnen un domingo en la Plaza de los Derechos Humanos, haciendo corros y lanzándose un botijo entre ellos. Aquel que no consiga coger el botijo y se le caiga es expulsado del corro, ganando el juego la última persona que quede. Esta fiesta se remonta a varias décadas atrás y cuando a uno de los participantes se le caía el botijo se le decía que estaba chocho, de ahí el nombre de esta fiesta.
Tolox, desde hace décadas se celebra el Día de los Polvos, una fiesta que tradicionalmente tiene lugar días antes del Miércoles de Ceniza, y en la que, según la costumbre, vecinas y vecinos del pueblo se arrojan entre sí polvos de talco hasta quedar totalmente ‘enharinados’. Esta tradición parece proceder del siglo XIX, cuando los mozos recurrían a este juego para declararse a sus amadas y éstas evitaban salir a la calle provocando que los muchachos se las tuvieran que ingeniar para conseguir ‘enharinar’ a sus pretendidas, no dudando en entrar por chimeneas o saltar alguna verja con tal de conseguir su propósito.
Y en Alozaina tiene lugar el Carnaval de la Harina. Es una fiesta original en la que los vecinos se atavían con bolsas llenas de harina y enharinan a todos los vecinos o visitantes que se encuentran por las calles de la localidad, además de los tradicionales concursos de disfraces. La historia dice que los mozos del pueblo enharinaban a las mujeres buscando novia. Así, el hombre enharinaba a la mujer que le gustaba y si ésta se lo devolvía mostraba su interés por él. Hoy día, continúa la tradición del ‘harineo’ entre los jóvenes y mayores. En estas fiestas es típico el baile de la rueda que va pasando de generación en generación.