La fresa puede considerarse como una de las frutas más llamativas, sino la que más, gracias a su intenso color rojo, su pequeño tamaño y, sobre todo, por su intenso sabor. Dulce, jugosa, y ligeramente ácida a veces, esta fruta pertenece a la familia de las rosáceas. Aunque, si hay una característica que realmente represente a este fruto, esa es su fragancia, la cual la hace reconocible incluso a larga distancia. Por ella, además de su color, las fresas son relacionadas como fruto del amor y la pasión.
Los árboles que producen estos frutos se denominan fresales, floreciendo desde finales del invierno hasta principios del verano, por lo que los frutos maduran durante toda la primavera y bien entrado el verano; desde el mes de marzo hasta julio, para su posterior recolección y consumo.
Este fruto posee unas propiedades nutricionales muy específicas y potentes. Por 100 gramos de fresa encontramos 40 kilocalorías; 0,7 gramos de proteínas; 7 gramos de hidratos de carbono y 2,2 gramos de fibra. Además, el aporte energético de la fresa es mínimo y su contenido en fibra crea una sensación de saciedad que puede ser beneficioso para llevar una dieta equilibrada.
Por otro lado, las fresas son una fuente rica en fibra, vitaminas C, B2 y B3; antioxidantes, minerales, entre los que destacan el magnesio, el manganesio y el potasio; y en ácido fólico y flavonoides.
Las fresas son consideradas como un verdadero producto medicinal, y es que sus beneficios para con nuestra salud son infinitos.
Gracias a sus propiedades alcalinizantes y a su riqueza en calcio y potasio, la fresa facilita la eliminación de ácido úrico y actúa como antiinflamatorio, siendo recomendable para aquellas personas que sufren de gota o artritis. Además, este alto contenido en potasio también contribuye a reducir la tensión arterial, siendo aconsejables para personas con hipertensión o problemas cardiovasculares.
Por otro lado, la fresa no posee casi azúcares y al ser considerada como una fuente con alta dosis de ácido fólico, hierro y fibra, como hemos mencionado anteriormente, la hace especialmente saludable para niños, mujeres embarazadas y personas con diabetes. Por último, gracias a la presencia de silicio y de diferentes antioxidantes, las fresas son un gran alimento en favor de la prevención del cáncer.
Cocinar con fresas
La fresa en cocina es realmente polivalente, y la forma más natural para consumirla es a modo de postre o en ensaladas frescas. Esta fruta no se pela, por lo que conviene lavarla muy bien antes de introducirla en cualquier receta.
Cierto es que, al ser una fruta de temporada y muy perecedera, también es muy usual verla elaborada en forma de conservas, como las confituras o mermeladas.
Para conservarlas bien se deben guardar en el frigorífico y, a ser posible, en un recipiente cerrado. Las fresas, por lo general, no admiten bien la congelación, ya que estas se deterioran con una mayor rapidez y pierden propiedades y fragancia.