El pasado mes de mayo La Restinga Beach inició una nueva etapa con un cambio de imagen radical. El reconocido restaurante ha sido durante más de cuarenta años una referencia gastronómica en la Axarquía, un chiringuito que destaca por sus presentaciones cuidadas y por elaborar sus platos con productos de cercanía de primera calidad. También por sus impresionantes vistas gracias a su excepcional ubicación, en la Playa de Vilches, en el límite entre Torrox y Nerja.
En noviembre decidieron cerrar sus puertas para preparar la remodelación y las obras comenzaron en febrero. Todo se ha hecho nuevo. “No se podía conservar lo que había porque la esencia del chiringuito era el cañizo, que estaba hecho desde hace mucho años. Quedaba muy bonito pero no compensaba por el mantenimiento que necesitaba”, explica María del Carmen Alaminos, actual propietaria de La Restinga Beach junto a su marido, Sebastián Degarbo, encargado de la cocina. Ambos llevan doce años ligados a La Restinga y han sabido conservar los atributos por los que es conocido el establecimiento, como han podido comprobar muchos clientes habituales que han mostrado su entusiasmo con la transformación.
Este verano la nueva Restinga Beach vuelve a ser uno de los chiringuitos más frecuentados de la costa oriental malagueña, ahora con un nuevo color. Domina el color blanco. Sobre una estructura de madera blanca destacan los muebles azul turquesa, el mismo color que han empleado en otros detalles, como los azulejos que realzan la barra interior. El resultado es un espacio más luminoso y diáfano, a lo que también contribuye que han elevado el techo. Pero mantienen el número de mesas, tanto en el salón como en el exterior para garantizar la comodidad de los comensales y cumplir las limitaciones impuestas por Costas.
María del Carmen se muestra especialmente orgullosa del resultado en la terraza, un espacio al que han dado una nueva vida: «Ha quedado muy bonita. Teníamos cuatro mesitas que estaban en desnivel y ahora han quedado en alto, con una barandilla de madera. El cambio ha sido brutal». Este es sin duda un lugar privilegiado desde el que disfrutar de sus inmejorables vistas al Mediterráneo, que hacen de este chiringuito un escenario ideal para festejar ocasiones especiales, como las bodas con un número reducido de invitados que celebran todo el año menos en julio y agosto.
Los cambios en la decoración no se han trasladado a la carta, que apenas han modificado. En ella predominan los pescados, que junto a los arroces y las creativas ensaladas encabezan las preferencias de sus clientes. “Hay platos típicos que no pueden cambiar nunca, como una fritura o un calamar a la barbacoa, cosas que son de chiringuito que tienen que estar, pero a Sebastián le gusta ir cambiando, es cocinero de vocación y le gusta probar y cambiar”, explica María del Carmen. Una de las últimas incorporaciones a su oferta es el ceviche, que en poco tiempo se ha convertido en uno de los más demandados. Los exquisitos postres caseros son otra de sus señas de identidad. Los elabora la propia María del Carmen, quien ha añadido a la selección habitual la tarta de zanahoria, que antes solo preparaba de forma puntual, como la tarta de mango.