La historia de Málaga emerge por toda la provincia en yacimientos que dan testimonio de su ocupación por pobladores prehistóricos, incluyendo a los desaparecidos neandertales, y diferentes civilizaciones a lo largo de miles de años.
Buena parte del valioso patrimonio arqueológico de la provincia está abierto al público, en ocasiones de manera restringida para garantizar su conservación. Hemos seleccionado seis enclaves que merece la pena visitar para aprender sobre historia, reconocer que no somos tan diferentes de nuestros antepasados y, por el camino, disfrutar de la variedad de paisajes de Málaga.
▷ Necrópolis fenicia de Trayamar
En la desembocadura de los ríos Vélez y Algarrobo se ubica la necrópolis de Trayamar, uno de los yacimientos fenicios más importantes del Mediterráneo occidental. Se trata de un conjunto de tumbas subterráneas construidas en el siglo VII a.C. cuyo estudio ha ayudado a conocer las costumbres funerarias de los fenicios.
Las valiosas piezas de ajuar funerario halladas en el cementerio están expuestas en el Museo Arqueológico Provincial de Málaga.
▷ Dólmenes de Antequera
Los megalitos de Menga, Viera y El Romeral constituyen el conjunto arquitectónico más importante de Europa de sus características. Son construcciones hechas con grandes bloques de piedra levantadas en el Neolítico y la Edad de Cobre (tienen entre 1.800 y 6.000 años de antigüedad) que fueron utilizados con fines rituales y funerarios.
El Dolmen de Menga es el más antiguo y el más espectacular por el tamaño de las losas que lo forman. La del techo pesa unas 180 toneladas.
Forman parte del Sitio de los Dólmenes de Antequera, que completan otros dos bienes naturales, la Peña de los Enamorados y El Torcal, y es Patrimonio Mundial de la UNESCO.
▷ Necrópolis Islámica de Yabal Faruh
En el centro de Málaga se pueden visitar los restos de la necrópolis islámica de Yabal Faruh de época medieval, el mayor yacimiento funerario de la España islámica que se ha descubierto hasta hoy. Los enterramientos comenzaron en el siglo X y continuaron durante casi 500 años, hasta la conquista de los Reyes Católicos.
El cementerio se situó extramuros al norte de la ciudad y se extiende desde la ladera baja de Gibralfaro hasta el Ejido. Este singular cementerio estuvo cerrado al público durante más de 15 años pero actualmente se pueden visitar dos mezquitas funerarias de época almohade (siglos XII-XIII), las únicas que se conocen de Al-Andalus, y un mausoleo nazarí (siglos XIII-XV) en la calle Agua de la capital malagueña.
▷ Teatro Romano de Málaga
En los pocos metros que separan la zona visitable de la necrópolis de Yabal Faruh del teatro romano de Málaga se produce un salto en el tiempo de nueve siglos hacia el pasado, hasta los primeros años del Imperio.
Se construyó en el siglo I d.C., en tiempos de Augusto, sobre unas termas que ocupaban esa localización. Estuvo oculto durante varios siglos hasta que fue descubierto en 1951. El teatro es uno de los enclaves históricos más representativos de la ciudad, está a la vista de los paseantes pero también se puede visitar su interior. Destaca su buena conservación, que permite la celebración puntual de espectáculos en la actualidad.
▷ Acinipo
Al mismo periodo que el Teatro Romano de Málaga pertenecen las edificaciones más impresionantes del Conjunto Arqueológico de Acinipo, a unos 20 km de Ronda. El área, conocida como Ronda la Vieja, estuvo ocupada desde la Edad del Cobre, hace 5.000 años. De la época prehistórica se conservan restos de cabañas circulares de un poblado. Otras construcciones, como las necrópolis, dan cuenta de la presencia de íberos y fenicios. Los monumentos más importantes que se conservan son romanos; entre ellos destaca el gran teatro, unas termas, una vivienda o domus y restos del foro o plaza pública. Tan importante fue esta antigua ciudad romana que llegó a acuñar una moneda propia.
▷ Cueva de Ardales
Algunas de las muestras de arte rupestre más antiguas halladas en Málaga se encuentran en la Cueva de Ardales, en la comarca de Guadalteba, que todavía no ha sido explorada en su totalidad. La gruta fue descubierta en 1821 gracias a un terremoto y también es conocida como Cueva de Doña Trinidad Grund, quien la compró en 1852 y la abrió al público.
En su interior conserva manifestaciones gráficas que tienen hasta 65.000 años y solo puede atribuirse a neandertales, una especie extinta hace aproximadamente 40.000 años. Otros rastros encontrados en la gruta corresponden a humanos modernos de hace más de 35.000 años y también guarda enterramientos neolíticos con una antigüedad que abarca un periodo de entre 6.500 y 3.500 años. Las marcas en las paredes de la cavidad incluyen representaciones de animales, huellas de manos y grabados.