En la costa, la sierra y la selva, Perú guarda uno de los tesoros culinarios más fascinantes del planeta. Reconocida por la fusión de culturas indígenas, españolas, africanas y asiáticas, la gastronomía peruana ha conquistado paladares en todo el mundo y se ha ganado un lugar privilegiado en las listas de los mejores destinos gastronómicos. Pero, ¿por dónde empezar si uno quiere conocer el verdadero sabor del Perú? Aquí te presentamos los platos imprescindibles que condensan la diversidad, historia y creatividad de esta cocina única.
Ceviche: el rey del Pacífico
Ningún acercamiento a la gastronomía peruana puede prescindir del ceviche. Es el plato nacional y un símbolo de identidad. Preparado con pescado fresco (como corvina o lenguado), jugo de limón, cebolla morada, ají limo y cilantro, el ceviche es una explosión de frescura. Se sirve generalmente acompañado de camote (batata) y choclo (maíz andino), contrastando sabores y texturas.
Pero hay variaciones según las regiones. En el norte, por ejemplo, el ceviche puede llevar chifles (plátano frito) y una sazón más intensa. Lo que nunca falta es la acidez vibrante del limón peruano, que «cocina» el pescado con su sola presencia.
Lomo saltado: el mestizaje en un wok
Nacido del encuentro entre la cocina criolla y la china cantonesa, el lomo saltado es un plato que resume el espíritu multicultural del Perú. Se trata de tiras de carne de res salteadas a fuego alto con cebolla, tomate, ají amarillo y salsa de soya, servidas con arroz blanco y papas fritas. El fuego del wok aporta ese sabor ahumado inconfundible, llamado “wok hei”, que ha enamorado a generaciones.
Es un ejemplo perfecto de la llamada cocina “chifa”, una tradición culinaria surgida de los inmigrantes chinos que llegaron al país a fines del siglo XIX y que ha dejado una huella profunda en la mesa peruana.
Ají de gallina: cremoso y reconfortante
El ají de gallina es uno de los platos más queridos de la cocina criolla. Consiste en un guiso espeso y cremoso hecho con pechuga de gallina deshilachada, pan remojado en leche, queso parmesano, nueces y el infaltable ají amarillo, que le da su característico sabor entre dulce y picante. Se sirve con arroz blanco, huevo duro y aceitunas negras.
Este plato, que podría parecer simple, es en realidad una sinfonía de sabores que hablan del mestizaje colonial y del ingenio popular que transforma ingredientes cotidianos en delicias inolvidables.
Anticuchos: sabor callejero con alma prehispánica
En cualquier esquina limeña, el aroma de los anticuchos perfuma el aire al caer la noche. Son brochetas de corazón de res marinadas con ají panca, ajo, vinagre y especias, asadas a la parrilla y servidas con papas y salsa de rocoto. Su origen se remonta a tiempos precolombinos, aunque fue durante la colonia cuando se popularizó el uso del corazón.
Los anticuchos no solo son un manjar callejero: son una memoria viva del Perú profundo, de sus raíces afroperuanas y andinas, y del ingenio de quienes supieron hacer del descarte un bocado exquisito.
Pachamanca: el sabor ancestral de la tierra
Mucho más que un plato, la pachamanca es un ritual. Se cocina en la sierra central del Perú, bajo tierra, con piedras calientes que cocinan carnes, papas, habas, humitas y otros ingredientes sazonados con hierbas andinas como el huacatay. Es una ceremonia de conexión con la tierra, la «pacha mama», y un festín que convoca a la comunidad entera.
Degustar una pachamanca no es solo comer: es vivir una experiencia ancestral que mezcla sabor, historia y espiritualidad.
El Perú en cada bocado
Probar estos platos no es solo una cuestión de gusto, sino de comprensión cultural. Cada receta es una puerta a una historia, a una geografía y a un pueblo. Desde los sabores cítricos del ceviche hasta la profundidad ahumada de la pachamanca, la cocina peruana ofrece un mapa de identidad. Si quieres conocer el Perú, empieza por su mesa.