El otoño es la estación dorada para los bosques. Los paisajes se transforman en una sinfonía de colores: ocres, rojizos y dorados que invitan a pasear sin prisa. España, con su diversidad climática y geográfica, ofrece escenarios únicos para quienes buscan conectar con la naturaleza, practicar senderismo o simplemente respirar aire puro rodeados de árboles centenarios. Desde hayedos mágicos hasta castañares infinitos, recorremos algunos de los bosques más bellos para visitar en esta época del año.
Entre el azul intenso del Mediterráneo y la elegancia francesa, se extiende una franja costera que ha inspirado a artistas, escritores y viajeros durante más de un siglo. La Costa Azul, o Riviera Francesa, no solo es sinónimo de lujo y glamour; también guarda pueblos con alma, sabor tradicional y paisajes que parecen sacados de una pintura impresionista. Este verano, si buscas algo más que playas abarrotadas, te proponemos descubrir cinco pueblos costeros que capturan la esencia de esta región única.
Èze, el nido de las águilas
Colgado en lo alto de un acantilado, entre Niza y Mónaco, el pueblo medieval de Èze ofrece una de las vistas más vertiginosas del Mediterráneo. Sus callejuelas empedradas, sus tiendas de artesanía y su jardín exótico suspendido sobre el mar convierten a Èze en un lugar perfecto para perderse. Nietzsche solía caminar desde la playa hasta la cima para ordenar sus pensamientos; hoy tú puedes hacer lo mismo y luego disfrutar de una cena frente al horizonte azul.
Cassis, la hermana pequeña de Saint-Tropez
Menos ostentosa pero igual de encantadora, Cassis es un refugio costero con alma de puerto pesquero. Situado al este de Marsella, su atmósfera relajada, su colorida arquitectura provenzal y los imponentes acantilados de las calanques cercanas la hacen ideal para
■ El hayedo de Montejo, el secreto madrileño
A poco más de una hora de la capital, en la Sierra Norte de Madrid, se encuentra el hayedo de Montejo. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, este bosque sorprende por su densa masa de hayas que, en otoño, adquieren tonos que parecen sacados de un cuadro impresionista.
Las rutas están reguladas para proteger el ecosistema, por lo que conviene reservar entrada con antelación. Caminar entre troncos altos y retorcidos es como adentrarse en un cuento.
■ El bosque de Muniellos, el reino asturiano del roble
En el corazón de Asturias se encuentra la mayor robleda de España y una de las más extensas de Europa. La reserva natural integral de Muniellos es un paraíso intacto donde robles centenarios conviven con abedules, tejos y acebos.
El acceso está muy restringido, limitado a unas pocas decenas de visitantes al día, lo que garantiza su conservación. El esfuerzo de conseguir entrada se compensa con creces: el senderismo aquí se convierte en una experiencia única, rodeado de silencio y naturaleza en estado puro.
■ La selva de Irati, la magia del Pirineo navarro
El Pirineo navarro guarda uno de los bosques de hayas y abetos más extensos de Europa: la selva de Irati. Con más de 17.000 hectáreas, es un lugar donde la humedad, la niebla y la luz filtrada entre las copas crean un ambiente místico.
Irati ofrece rutas señalizadas para todos los niveles, desde paseos familiares hasta caminatas exigentes. Es un destino imprescindible para los amantes de la fotografía de naturaleza, especialmente en otoño, cuando cada rincón se convierte en un lienzo vibrante.
■ El castañar de El Tiemblo, un mosaico de colores en Ávila
En la provincia de Ávila, muy cerca de Madrid, el castañar de El Tiemblo es uno de los lugares más populares para disfrutar del otoño. Sus castaños, algunos de más de 500 años, se tiñen de tonos amarillos y dorados que cubren el suelo de hojas crujientes.
El “Castaño del Abuelo”, un ejemplar monumental, es el emblema del bosque. Las rutas son accesibles para todas las edades, lo que lo convierte en un plan ideal para familias que quieran disfrutar de un día entre árboles y aire fresco.
■ La Fageda d’en Jordà, poesía en la Garrotxa
En pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa (Girona) se encuentra la Fageda d’en Jordà, un hayedo que crece sobre un terreno de coladas de lava. Su peculiar geografía y su atmósfera inspiraron a poetas como Joan Maragall, que dedicó versos a este rincón singular.
Las sendas se adentran en un bosque que parece suspendido en el tiempo, donde el silencio solo se rompe con el crujir de las hojas. Una visita que combina naturaleza y literatura.
■ El bosque de Oma, arte entre robles en Vizcaya
En Vizcaya, el bosque de Oma ofrece una experiencia diferente: además del encanto natural, aquí los árboles son lienzos. El artista Agustín Ibarrola pintó figuras geométricas y formas que se descubren al caminar por los senderos.
Este bosque encantado combina arte y naturaleza en una propuesta única, que en otoño gana en intensidad gracias a la paleta de colores del paisaje circundante.
El otoño como excusa perfecta
Los bosques españoles son auténticos templos naturales. El otoño los viste con sus mejores galas, convirtiéndolos en destinos perfectos para escapadas de fin de semana, excursiones fotográficas o sencillas caminatas para recuperar la calma.
Ya sea entre castaños dorados, hayedos centenarios o robledales infinitos, cada paseo se convierte en un recuerdo imborrable. Porque en otoño, perderse en un bosque es, en realidad, la mejor forma de encontrarse.


























