Durante siglos, los garbanzos fueron el latido humilde de la cocina española. En cada olla, en cada casa de pueblo, en cada plato de invierno, su redondez dorada representaba la paciencia y el ingenio del hogar. Hoy, en plena fiebre gastronómica, el garbanzo regresa con fuerza: chefs de vanguardia lo sirven en emulsiones, hummus perfumados o guisos reinterpretados. Pero sigue siendo, ante todo, un tesoro sencillo, versátil y lleno de historia.
España produce cerca de 30.000 toneladas anuales, con denominaciones tan prestigiosas como el garbanzo de Fuentesaúco, el pedrosillano o el blanco lechoso de Andalucía. Su sabor, suave y mantecoso, depende tanto del clima como del cariño con que se cuece. Porque el secreto de los garbanzos, como decía la abuela, “es el tiempo y la ternura del fuego lento”.
A continuación, cinco formas de cocinar garbanzos que resumen toda una cultura: desde los fogones tradicionales hasta las ideas más frescas para el otoño.
1. Guiso de garbanzos con espinacas
Ingredientes:
Garbanzos cocidos (400 g), dos patatas medianas, un manojo de espinacas frescas, una cebolla, dos dientes de ajo, una cucharadita de pimentón dulce, una hoja de laurel, aceite de oliva virgen extra, sal y un toque de comino o nuez moscada al gusto.
Elaboración:
En una cazuela amplia se sofríen la cebolla y el ajo picados hasta que estén dorados. Se añade el pimentón y, enseguida, las patatas troceadas en dados medianos. Se cubre con agua o caldo de verduras y se deja cocer hasta que la patata empiece a ablandarse. En ese momento se incorporan los garbanzos cocidos y el laurel. El guiso se deja a fuego suave unos quince minutos, hasta que el caldo se espese ligeramente. Por último, se añaden las espinacas limpias y se cuece todo tres minutos más, solo lo justo para que conserven su color verde brillante.
2. Garbanzos al curry con leche de coco
Ingredientes: garbanzos cocidos, cebolla, tomate triturado, ajo, jengibre, curry, leche de coco y cilantro.
Elaboración: se sofríe la cebolla con ajo y jengibre, se añade el tomate y el curry, y se incorporan los garbanzos con la leche de coco. Se deja espesar y se corona con cilantro fresco.
Una receta que viaja desde la India hasta las cocinas mediterráneas. Cremosa, especiada, perfecta para quienes buscan un sabor exótico sin renunciar a la calidez del guiso.
3. Ensalada templada de garbanzos y pulpo
Ingredientes: garbanzos, pulpo cocido, pimiento rojo, cebolla morada, perejil, pimentón y aceite de oliva virgen extra.
Elaboración: se mezclan los garbanzos con el pulpo troceado, se adereza con pimentón, aceite y un toque de limón.
Ideal para los primeros días frescos del otoño, cuando apetece algo ligero pero con carácter. El pulpo y el garbanzo forman una pareja mediterránea que nunca falla.
4. Crema de garbanzos con romero y limón
Ingredientes: garbanzos cocidos, caldo de verduras, ajo asado, romero, limón, sal y pimienta.
Elaboración: se tritura todo con un poco de caldo hasta lograr una textura aterciopelada. Se sirve caliente, con un hilo de aceite y ralladura de limón.
Es la versión otoñal del hummus, con más cuerpo y aroma a campo. Ideal como entrante elegante o cena reconfortante.
5. Garbanzos tostados al horno, el picoteo saludable
Ingredientes: garbanzos cocidos, aceite de oliva, pimentón, comino y sal.
Elaboración: se secan bien los garbanzos, se mezclan con las especias y se hornean a 200 °C hasta que queden crujientes.
Una alternativa a las patatas fritas o los frutos secos. Crujen, nutren y conquistan sin remordimientos.
El secreto está en el agua
Detrás de cada receta, un gesto esencial: poner los garbanzos a remojo. Doce horas en agua templada con un pellizco de sal o bicarbonato los despiertan del letargo. Luego, cocerlos con calma: el garbanzo no perdona las prisas.
Ricos en proteínas vegetales, hierro y fibra, los garbanzos son alimento de cuerpo y espíritu. Han sobrevivido a guerras, sequías y modas. Y hoy, entre los platos más sofisticados y las comidas más simples, siguen recordándonos que el mejor sabor es el que se cocina sin apuro.