Hay diferentes tipos de agua embotellada, lo que también se traduce en notables diferencias en su sabor: las hay con más o menos sodio, potasio y otra serie de minerales. Partiendo de esa base, queremos en el mundo de esas “otras aguas”, las más nuevas, ésas que se han ido haciendo un hueco en las estanterías de los supermercados que se venden como “enriquecidas” y que pre-sentan otros sabores innovadores. Sus benefi cios no están claros.
Algunos expertos apuestan por ellas mientras que otros, afirman que no hay evidencia científi ca de que tengan efectos positivos sobre nuestra salud. De hecho, los nutricionistas señalan que si se lleva una dieta correcta y variada, que incluya todo tipo de vi-taminas y nutrientes, sobra la idea de comprar aguas embotelladas que tengan un aporte extra de vitaminas y otros minerales. La polémica, por tanto, está servida: ¿son estas aguas una moda o son buenas para la salud? Entre las diferentes aguas que mayor éxito han registrado úl-timamente, están las llamadas hidrogenadas, quiere decir que poseen más átomos de hidrógeno.
Aquí ya discrepan los nutricionistas porque algunos opinan que el hidrógeno es muy reactivo y poco soluble en agua, por lo que lo único que se consigue con el agua hidrogenada es que tenga unas burbujas que acaban convirtiéndose en agua o evaporándose. Otros, por contra, sostienen que sí produce efectos favorables en nuestra salud, aumentando la energía y pudiendo ayudar a prevenir enfermedades o dolen-cias. Por ello, a modo de ejemplo, aseguran que, tras sesiones o tratamientos abrasivos para el organismo como una quimioterapia o radioterapia, el agua hidrogenada mejora la recuperación de estas personas. También están las “aguas de mar”, a la que algunos le atribuyen propiedades curativas por sus oligoelementos y minerales. Su contenido en sal triplica la concentración del agua dulce y se contempla su uso para la limpieza de alimentos o para la cocina, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan).
Se vende en herboristerías y establecimientos similares, pero, al no llevar ningún control sanitario la mayoría de ellas, los expertos desaconsejan su ingesta por posibles efectos adversos, al igual que sucede con la llamada “agua cruda”, que algunos venden sin depurar. Aparte de estas aguas, existen otras enriquecidas y con determinados sabores, pero, insistimos, en consultar antes a nuestro especialista, sobre su idoneidad dentro de nuestra dieta. Así podemos hablar del “agua de aloe vera”, que podemos elaborar de forma casera en nuestro hogar, y que está basada en las propiedades curativas de esta planta para todo tipo de dolencias. Podemos citar además el “kéfi r de agua”, una bebida probiótica refrescante y ligeramente burbu-jeante que se elabora combinando agua azucarada con granos de kéfir y dejándola fermentar durante 24-48 horas.
Por último, podemos hablar del “agua de arce”, un producto bastante novedoso en el mercado y compuesto en un 98 por ciento por agua y un 2 por ciento de azúcar y savia de arce a la que se le atribuyen propiedades antioxidantes y adelgazantes, sin embargo, a día de hoy no existen sufi cientes estudios científi cos que confi rmen dichos benefi cios.