Debido a la creciente laboriosidad de las recetas, los grandes cocineros echan mano de imaginación y recurren a ingredientes más resolutivos
La cocina moderna ha ido paulatinamente buscando la sencillez pero también el minimalismo. Debido a la creciente laboriosidad de las recetas, los grandes cocineros echan mano de imaginación y recurren a ingredientes más resolutivos. Su objetivo es potenciar las recetas, dar color y orquestar una sinfonía perfecta de sabores.
En general, estos nuevos hallazgos ofrecen increíbles propiedades y, de paso, resultan tremendamente saludables. Auténticas bombas vitamínicas que suplen cualquier carencia dietética. Por lo habitual, son condimentos de países remotos, ajenos a nuestra despensa diaria. Por este motivo, nos resultan un tanto desconocidos.
Las semillas de chía
Estas han formado parte ancestral de la cultura maya y azteca. Pueden confundirse con la menta, pero nada más lejos de la realidad. Tiene propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Pero, ¿en qué grado? Muy fácil. Quintuplica el calcio de la leche de vaca y triplica los antioxidantes de unos arándanos. Si nos agobia el colesterol, contiene siete veces más omega 3 que un filete de pescado azul. Y supera las reservas de potasio contenidas en un plátano. Incluso son ricas en hierro. La cocina ha empezado a incorporarlas crudas en ensaladas o postres. También se las pueden añadir a sopas e incluso suponen un magnífico ingrediente de un batido de fruta.
La maca andina
Este es otro poderoso aliado. Sin embargo, ¿a qué se debe su desconocimiento? Básicamente, se trata de plantas silvestres limitadas a la zona de los Andes en Bolivia y Perú. Lugares, por lo general, de difícil acceso. Es eficaz para combatir el estrés, el agotamiento físico y mental. Mejora los trastornos causados por la menopausia en mujeres y representa un afrodisíaco natural sin apenas contraindicaciones. El ingrediente básico es la raíz de maca que se utiliza como harina para panes, pizzas, hojaldres, etc.
El té matcha
Este es otro superalimento digno de mención. Se elabora en Japón y constituye un elemento clave en la ceremonia del té. A diferencia del té clásico, contiene cien veces más catequina. Dicho en román paladino, es un potente antioxidante, ayuda a prevenir el cáncer y ofrece un gran efecto calmante. Una de las peculiaridades de su cultivo es que los arbustos se cubren durante 20 días. Esto hace aumentar su clorofila y los aminoácidos de la planta. Se puede adquirir en hojas o bien molido en polvo. Esta presentación permite añadirlo también a los postres y dulces.
La moringa
Este es un producto originario de la India. Está emparentado con el rábano y la col. De hecho, su sabor guarda muchas semejanzas aunque resulta más picante. Se comercializa en polvo y está indicado para ensaladas, tortillas, pasta o como simple condimento. Pero, ¿qué nos aporta? Fundamentalmente hierro, calcio, potasio además de vitamina A y C. Contiene propiedades antiinflamatorias, también antioxidantes. Y para más inri, es un perfecto regulador de la azúcar en sangre.
La espirulina
Cabe señalar también que muchos superalimentos presentes en la cocina actual derivan de áreas insospechadas como la exploración espacial. La espirulina es más conocida como ‘el alimento de los astronautas’ ya que, en muy poco espacio, condensa infinitas propiedades. Incluso la Organización Mundial de la Salud pregona su utilización. La espirulina es una bacteria que se alimenta de agua y luz. Presenta un color azul verdoso y forma de espiral. La mayor parte de su composición es proteína vegetal. Es una pastilla multivitamínica, mineral y de aminoácidos. De hecho, concentra hasta una docena de vitaminas diferentes y nueve minerales esenciales como hierro, potasio, zinc, fósforo, calcio, etc. Sus indicaciones son bastante extensas e incluyen diabetes, cirrosis, menopausia, cansancio, fatiga muscular, etc.
Pero hay que confesar que el sabor no es una maravilla. Por esta razón, hemos de ser comedidos en las dosis. Se comercializa en polvo que podemos añadir a zumos de cítricos (va fenomenal con el de naranja), también de manzana o batidos verdes. Una buena opción es echarlo espolvoreado sobre cremas, purés y preparados que incluyan garbanzos.