Calabacín: el humilde fruto de la huerta que conquista paladares

Aunque hoy lo asociamos con nuestras huertas del sur, el calabacín tiene raíces americanas. Proviene de la especie Cucurbita pepo, originaria de Mesoamérica. Las civilizaciones precolombinas ya cultivaban variedades de esta planta hace más de 7.000 años. Sin embargo, fue tras la llegada de los colonizadores europeos cuando el calabacín se adaptó a los suelos y climas del Mediterráneo, dando lugar a la variedad que hoy conocemos y disfrutamos.

En España, su popularización se dio sobre todo a partir del siglo XX, cuando las técnicas de cultivo intensivo en invernadero comenzaron a desarrollarse. Desde entonces, el calabacín ha ganado terreno en los hogares y en el campo.

Nuestro país es uno de los principales productores de calabacín de Europa. Según datos del Ministerio de Agricultura, se cultivan más de 7.000 hectáreas de calabacín anualmente, siendo Andalucía, y especialmente Almería, la principal zona productora gracias a su clima benigno y a su sofisticado sistema de invernaderos.

España exporta miles de toneladas de calabacín cada año, principalmente a mercados europeos como Alemania, Francia y Reino Unido. Esta hortaliza no solo es apreciada por su sabor y versatilidad, sino también por su bajo coste de producción y su rápida cosecha, que permite varias rotaciones al año.

Salud en estado puro

El calabacín es un alimento ligero y nutritivo. Está compuesto en un 95% por agua, lo que lo convierte en un excelente aliado para mantenernos hidratados. Apenas aporta calorías (unas 17 por cada 100 gramos) y, sin embargo, es rico en vitaminas como la C y la B9 (ácido fólico), así como en minerales como el potasio y el magnesio.

Además, su alto contenido en fibra favorece la digestión, y su bajo índice glucémico lo hace ideal para personas con diabetes o que buscan controlar su peso. Incluso su piel, que muchos desechan, contiene antioxidantes que ayudan a combatir el envejecimiento celular.

De la huerta al plato: recetas irresistibles

La versatilidad del calabacín en la cocina es casi infinita. Puede comerse crudo, cocido, asado, relleno o incluso en forma de espaguetis vegetales. Su sabor suave lo convierte en un lienzo perfecto para todo tipo de combinaciones.

Aquí algunas ideas sencillas y deliciosas:

• Crema de calabacín y puerro: un clásico de la cocina casera, ideal para cualquier época del año, especialmente si se sirve fría en verano.

• Calabacines rellenos: con carne picada, arroz o verduras, gratinados al horno con queso.

• Tortitas de calabacín: rallado y mezclado con huevo y harina, fritas a la sartén hasta dorarse.

• Espaguetis de calabacín: una opción sin gluten y baja en carbohidratos, perfecta con salsa de tomate natural o pesto.

• Calabacín al horno con parmesano: cortado en rodajas finas, rociado con aceite de oliva, sal, pimienta y cubierto con queso.

Fácil de cultivar, saludable, económico y versátil: el calabacín es mucho más que una guarnición. Es un verdadero tesoro de la huerta que se adapta a todas las mesas, desde las más tradicionales hasta las más innovadoras. 

En tiempos donde lo saludable y lo sostenible marcan tendencia, el calabacín demuestra que lo sencillo también puede ser extraordinario.

Publicidad