Cerezas: un dulce bocado

Dulces, con una pulpa jugosa y de color rojo intenso, aunque también las podemos encontrar en una variedad de colores que van del amarillo al negro, las cerezas tiene el atractivo de los placeres breves puesto que se pueden disfrutar como mucho tres meses al año. El rastro de su origen nos lleva hasta el Mar Negro y el Mar Caspio, desde donde se extendieron más tarde por Europa y Asia. En Japón el cerezo es un emblema nacional y cada primavera se tiñe del color rosado de sus flores dando lugar a una de las estampas más representativas del país asiático.

Este fruto pequeño y redondeado está emparentado con el melocotón, el albaricoque y la ciruela, ya que todos pertenecen a la familia de las rosáceas y, dentro de esta, al género prunus, igual que almendro, con el que el cerezo tiene en común la espectacularidad de la floración de los árboles. Una exhibición que en España se puede admirar en el Valle del Jerte, en Cáceres, de gran fama por sus paisajes y por la calidad de sus cerezas y picotas, una variedad que se distingue principalmente porque no tiene rabito, así como por otras diferencias como un tamaño más pequeño y un sabor más dulce, además de que suelen ser más oscuras. 

En la provincia de Málaga, con una variedad de parajes sorprendente, podemos disfrutar de un espectáculo igual de espléndido que el de la localidad extremeña en Alfarnate, el pueblo más alto de la provincia, donde los cerezos encuentran el frío necesario para que sea posible la floración. El  municipio comenzó a apostar por su cultivo hace tres décadas y hoy es conocido como el Valle del Jerte de la Axarquía. Sus casi cuatro millones de árboles producen más de veinte variedades de cerezas. En total cada año se suelen recolectar unos 60.000 kilos que se comercializan dentro de la provicia.

Las condiciones meteorológicas, con temperaturas más altas de lo normal, y la falta de polinización, han mermado la producción las últimas temporadas, lo que obligó a cancelar el año pasado la celebración del Día de la Cereza, una fiesta dedicada a este fruto que el municipio organiza desde 2006 y en la que ofrece unos 600 kilos de cerezas para su degustación.

Desde hace tres años también celebran la llegada de la primavera y la floración del cerezo recreando la fiesta de origen japonés Sakura, durante la cual este pueblo de poco más de mil habitantes ve triplicada su población con la llegada de cientos de visitantes para sumergirse en la cultura nipona durante unas horas. La última edición del festival tuvo lugar el pasado 7 de abril y ofreció un completo programa de actividades que incluía desfiles, talleres y puestos de artesanía y gastronomía japonesa.

Saludables

Además de su sabor y belleza, muchas otras cualidades de las cerezas justifican que sean una de las frutas favoritas de la temporada. En su composición destacan la vitamina D y la fibra, además de ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio, hierro y calcio. Sus beneficios son innumerables: tiene propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, depurativas y aporta pocas calorías. Ayuda a cuidar la salud cardiovascular, previene la pérdida de memoria, contribuye a la recuperación muscular tras un gran esfuerzo, mejora el aspecto de la piel y está recomendada para personas que padecen diabetes. Un rasgo muy destacable de las cerezas es que contienen melatonina, que ayuda a regular los ciclos del sueño y tiene un efecto calmante.

Lo más habitual es comerlas crudas pero en la cocina se pueden añadir a recetas para todos los gustos y en cualquiera de las comidas del día. Se emplea especialmente en repostería, pero también aportan un interesante contraste si se sirven como guarnición, sobre todo para acompañar carnes. Por la época del año en la que se consumen suelen añadirse a platos fríos como ensaladas y gazpachos, sin olvidar los helados, batidos o zumos. Combina bien con productos lácteos como el queso o el yogur y, siguiendo recetas tradicionales, se pueden elaborar licores caseros y aguardientes, algunos con denominación propia como el marrasquino, el kirsch o la ginjinha. En cualquiera de sus versiones, por su extraordinario sabor y sus propiedades saludables, las cerezas son un bocado irresistible para refrescarse y cuidarse en verano.

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