Una alimentación saludable debe ser variada, con abundancia de alimentos de origen vegetal, condiciones que cumple la dieta mediterránea. Pero la distancia con otras tradiciones gastronómicas se acorta y así hemos llegado a familiarizarnos con algunos de sus ingredientes básicos, como el alga wakame o el jengibre. Algunos de ellos son auténticos tesoros nutricionales, motivo por el cual son considerados superalimentos, igual que otros que consumimos habitualmente desde hace siglos, como el cacao o el azafrán. Puede que los superalimentos sean etiquetados así como una estrategia de marketing, pero sus propiedades son reales y justifican que los tengamos en cuenta al preparar nuestras recetas.
Setas shiitake
En Asia se conocen los usos medicinales de las setas shiitake desde hace miles de años, y no son pocas: ayudan a controlar el colesterol y la presión sanguínea, refuerzan el sistema inmunitario gracias a la cantidad de cobre que contienen, tienen efectos antivirales y antibióticos, previenen el deterioro cognitivo y evitan que se acumulen bacterias en las encías que puedan dar lugar a dolencias como la gingivitis. Estas setas crecen habitualmente sobre materia en descomposición, sobre todo madera, y tienen un sabor intenso, ligeramente ahumado, que se suaviza al cocinarlas. Combinan bien con casi cualquier alimento por lo que se pueden servir en sopas, guisos, salteados o incluso formando parte de masas como la de las croquetas, todo un ejemplo de fusión culinaria.
Alga wakame
El alga wakame llegó a Europa importada de la cocina de Corea y Japón, país en el que resulta indispensable para elaborar la sopa miso. Por su sabor suave resulta fácil agregarla a casi cualquier receta, ya sea fresca o desecada, en crudo o cocinada. Se recomienda tomarla cuando se busca perder peso porque apenas aporta calorías, es muy saciante y estimula el metabolismo. También se incluye con frecuencia en dietas veganas por su gran aporte de hierro y calcio. Es rica en fósforo, yodo, potasio y vitaminas del grupo B, lo que se traduce en beneficios como reducir el riesgo de padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares y proteger al organismo contra infecciones.
Jengibre
También de origen asiático es el jengibre, el tallo subterráneo de una planta que se cultiva especialmente en China, India y Tailandia. Tiene un sabor penetrante, un poco picante, derivado del gingerol, su principal compuesto bioactivo, al que se deben sus múltiples propiedades medicinales. Es un potente antiinflamatorio y antioxidante, tiene un efecto analgésico que calma el dolor articular y muscular, facilita las digestiones, calma la tos y ayuda a descongestionar las vías respiratorias. Su uso es muy eficaz para aliviar molestias como las náuseas, la irritación de garganta y el dolor menstrual. Se puede encontrar fresco, seco o en polvo y es muy común tomarlo en infusión.
Cacao
El cacao puro se extrae de la semilla de la planta del mismo nombre, que también contiene manteca de cacao. Destaca por su capacidad antioxidante, mejora la salud cardíaca, ayuda a regular el colesterol y disminuye el riesgo de padecer diabetes. Es muy rico en hierro y por tanto previene la anemia. Mejora el estado de ánimo gracias a que favorece la liberación de endorfinas, las hormonas relacionadas con la sensación de placer y bienestar. No hay que confundir esa felicidad con la que produce disfrutar de una ración de chocolate ya que se trata de dos productos relacionados pero diferentes. El cacao en polvo es el principal ingrediente del chocolate, que también contiene otros componentes como manteca de cacao, azúcar o leche, por lo que hay que consumirlo con moderación o incluso evitarlo en algunos casos. En cambio, el cacao puro es un buen aliado para combatir la obesidad ya que ayuda a controlar el apetito y a regular la absorción de grasas.
Azafrán
Los estigmas de color rojo intenso de la flor de la planta del azafrán son uno de los condimentos más apreciados del mundo. Cada flor produce solo tres de ellos y hay que desbriznarlos artesanalmente, por eso es una de las especias más caras. Tiene su origen en Asia Menor y durante miles de años se ha usado con fines terapéuticos, como colorante natural y como aderezo culinario. El azafrán actúa como antioxidante, mejora la memoria y las habilidades cognitivas y es muy valorado como antidepresivo en casos leves. También sirve para aliviar los síntomas del síndrome premenstrual, reduce el apetito y mejora el aspecto de la piel, como bien sabía Cleopatra. En España es muy popular gracias a los árabes y forma parte de platos tan tradicionales como la paella o la fabada, aunque se puede incorporar a una gran variedad de platos o tomarse como infusión.