Con la llegada del próximo verano, los mercados se llenan de colores intensos y aromas dulces. Entre los protagonistas de esta estación destaca una fruta modesta pero irresistible: la ciruela. Redonda, jugosa, de piel fina y sabores que van desde el dulzor más delicado hasta una acidez refrescante, la ciruela es mucho más que un antojo estival. Es un fruto con siglos de historia, con múltiples variedades y con importantes beneficios para la salud. Además, España juega un papel clave en su cultivo a nivel europeo.
Una fruta con historia y carácter mediterráneo
Las primeras ciruelas se cultivaron en Asia hace más de 2.000 años, pero fue en la cuenca mediterránea donde se expandieron con fuerza. Hoy en día, la ciruela pertenece al selecto grupo de frutas con denominación afectiva propia: quien no ha oído hablar de las ciruelas claudias, las japonesas o las negras. Todas pertenecen al denominado como género Prunus, aunque su clasificación es tan variada como su aspecto.
Tipos para todos los gustos
Las ciruelas se agrupan principalmente en dos grandes familias: las europeas (Prunus domestica) y las japonesas (Prunus salicina), aunque estas últimas también se cultivan fuera de Asia. Las europeas suelen tener una forma más ovalada y una pulpa más firme, ideales para la industria conservera o para secado (como las famosas ciruelas pasas). Las japonesas, en cambio, son redondas, de piel fina y carne jugosa, perfectas para el consumo en fresco.
Entre las variedades más conocidas en España se encuentran:
• Claudia reina verde: dulce, firme
y muy apreciada en fresco.
• Stanley: azulada, ideal para ciruelas pasas.
• Golden Japan: amarilla, jugosa y de sabor suave.
• Santa Rosa: rojiza por fuera, ácida y aromática.
• Black Splendor: negra y de maduración temprana, con gran valor comercial.
España, potencia ciruelera
Nuestro país es uno de los principales productores de ciruela en Europa, especialmente en regiones como Extremadura, Murcia, Andalucía y Aragón. Extremadura, en particular, lidera la producción nacional y exporta una gran parte a mercados como Alemania, Francia o Reino Unido.
El clima mediterráneo con inviernos suaves y veranos calurosos es ideal para el cultivo de esta fruta. Además, la adaptación de nuevas variedades y una agricultura tecnificada han hecho de la ciruela una opción rentable para muchos agricultores. España produce en torno a 150.000 toneladas anuales, y parte de esta producción se destina al mercado ecológico, en alza desde hace una década.
Aliada de la salud y el bienestar
Más allá de su sabroso sabor, la fruta de la ciruela es una aliada poderosa para la salud. Rica en fibra, sorbitol y compuestos fenólicos, es famosa por su efecto regulador del tránsito intestinal. Las ciruelas pasas, en particular, son un remedio natural contra el estreñimiento, aprobado incluso por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Además, son fuente de vitamina C, potasio, vitamina K y antioxidantes, como los flavonoides. Estos compuestos ayudan a reducir el estrés oxidativo, contribuyen a la salud cardiovascular y pueden tener un papel protector frente a enfermedades crónicas. Y todo con pocas calorías: unas 50 kcal por cada 100 gramos de fruta fresca.
Versatilidad en la cocina
La ciruela no solo se come al natural. Su sabor se intensifica en mermeladas, salsas agridulces, tartas, compotas o incluso en platos salados, como guisos de carne o ensaladas templadas con queso de cabra. Su acidez natural equilibra sabores grasos o dulzones y añade un toque sofisticado a cualquier receta.
Una fruta que merece más atención
En tiempos donde buscamos alimentos funcionales, sostenibles y con historia, la ciruela merece un lugar privilegiado en nuestra dieta. Es una fruta humilde, pero completa. Tan antigua como actual. Y como toda joya estacional, hay que saber apreciarla en su mejor momento: el verano. Así que este año, cuando pasees por el mercado, no pases de largo. Escoge unas ciruelas, y llévate a casa salud, sabor y tradición en cada bocado.