Diez islas griegas de belleza sin igual que hay que conocer

Grecia no es solo un país: es un archipiélago de emociones. Más de 6.000 islas, de las cuales poco más de 200 están habitadas, salpican el Egeo y el Jónico como esquirlas de historia, mitología y belleza natural. Si mayo es el mes perfecto para soñar con el mar, aquí tienes una selección de diez islas griegas que hay que conocer al menos una vez en la vida.

Santorini, la postal del volcán

Pocas vistas tan reconocibles como la de las casas blancas con cúpulas azules de Oia, encaramadas al filo del acantilado de Santorini. Nacida de una explosión volcánica que cambió la historia del Mediterráneo, esta isla es también símbolo del romanticismo y el vino de altura.

Creta, la isla de los mitos

La más grande y diversa de todas. En Creta nació Zeus, se escondió el Minotauro y floreció la civilización minoica. Su capital, Heraclión, guarda el Palacio de Cnosos, pero también hay playas solitarias, gargantas salvajes como la de Samaria y aldeas que aún conservan el pulso de lo auténtico.

Naxos, el secreto mejor guardado

Es la más fértil de las Cícladas y también la menos masificada. Naxos combina playas doradas con montañas interiores donde los pueblos viven al margen del turismo. Es tierra de mármol, de queso graviera y de leyendas dionisíacas.

Paros, la belleza sin estridencias

Con sus calles blancas y sus molinos de viento, Paros es la esencia de lo cicládico. Cosmopolita pero discreta, es ideal para quienes buscan la Grecia relajada: mar tranquilo, pueblos pesqueros y noches de ouzo y conversación.

Corfú, la verde del Jónico

Alejada del imaginario clásico del Egeo, Corfú es una isla verde y húmeda, con olivares centenarios y aroma veneciano. Su casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, combina plazas, fortalezas y cafés con sabor europeo.

Milos, la escultura de la naturaleza

Famosa por haber dado al mundo la Venus de Milo, esta isla esculpe el paisaje con rocas blancas, playas lunares y cuevas escondidas. Sarakiniko, su playa más fotogénica, parece una visión de otro planeta.

Rodas, la cruz y la media luna

En la encrucijada entre Europa y Asia, Rodas fue tierra de caballeros y otomanos. Su ciudad amurallada es una de las mejor conservadas del mundo medieval. Además, su costa sur es refugio de windsurfistas y amantes del sol.

Ítaca, la isla del regreso

Hogar de Odiseo, Ítaca simboliza el viaje interior y el retorno al origen. Pequeña, silenciosa y auténtica, sus montañas huelen a tomillo y en sus calas reina el silencio. Es un lugar para perderse, y para encontrarse.

Skópelos, el verde y el azul

Cubierta de pinares que casi tocan el mar, Skópelos es una isla de belleza agreste y aguas cristalinas. Saltó a la fama con la película Mamma Mia!, pero aún conserva una atmósfera tranquila, ideal para exploradores de lo sencillo.

Hidra, arte y bohemia a dos horas de Atenas

Sin coches ni motos, Hidra es puro paseo y contemplación. La preferida por Leonard Cohen y artistas de medio mundo, es una isla elegante, con casas señoriales, galerías y cafés frente al puerto. Cerca pero ajena al ruido del siglo XXI.

Un universo de azul

Cada una de estas islas es un mundo. Viajar a Grecia no es solo tumbarse al sol: es entrar en diálogo con los dioses, con los mitos, con los sabores, con los hombres y mujeres que viven con el tiempo en las manos. Y mayo, cuando todo florece y aún no hay multitudes, es el mejor mes para dejarse llevar por esa Grecia que no necesita filtro.

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