Aromático, intenso y con un toque cítrico inconfundible, el cilantro es una de esas hierbas que despiertan pasiones. Amado por unos y detestado por otros, este pequeño vegetal de hojas verdes y aroma penetrante ha cruzado siglos y fronteras hasta convertirse en un ingrediente imprescindible en cocinas de todo el mundo. En Europa, su presencia crece tanto en los fogones como en los campos de cultivo, y cada vez son más los chefs, nutricionistas y agricultores que apuestan por él.
De oriente a occidente: un viaje milenario
Originario del Mediterráneo oriental y del sudoeste asiático, el cilantro (Coriandrum sativum) es una de las plantas más antiguas utilizadas por el ser humano. Se han encontrado semillas en tumbas egipcias de más de 4.000 años de antigüedad, y en la antigua Grecia se usaba tanto como especia como en perfumes. En la Edad Media, sus propiedades digestivas lo convirtieron en una planta medicinal muy apreciada.
Su expansión global fue impulsada por las rutas comerciales árabes y, más tarde, por los viajes de los conquistadores españoles y portugueses, que lo llevaron a América, donde se integró profundamente en la cocina mexicana, peruana y caribeña. Hoy en día, el cilantro es una estrella en platos tan diversos como el guacamole, el curry tailandés o el ceviche.
Europa cultiva su propio cilantro
Aunque durante siglos fue una planta más habitual en la cocina asiática y latinoamericana, el cilantro ha ido ganando terreno en Europa, tanto en los mercados como en los campos. España lidera la producción en el continente, con cultivos especialmente concentrados en Andalucía y Murcia, gracias a su clima cálido y suelos bien drenados. Le siguen países como Italia, Portugal y, en menor medida, Francia y Grecia.
La demanda ha crecido de la mano de la multiculturalidad gastronómica y del interés por una alimentación saludable. Muchos agricultores europeos han empezado a diversificar sus cultivos para incluir aromáticas como el cilantro, que además requiere pocos insumos y es de ciclo corto, lo que permite varias cosechas al año.
Beneficios para la salud
El cilantro no solo aporta sabor: también es una mina de beneficios nutricionales. Sus hojas contienen altos niveles de vitamina K, esencial para la coagulación sanguínea y la salud ósea, así como vitamina C y antioxidantes. Se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, digestivas y depurativas, especialmente por su capacidad para ayudar a eliminar metales pesados del organismo.
Sus aceites esenciales, como el linalol y el geraniol, son conocidos por sus efectos antimicrobianos y su capacidad para aliviar molestias gastrointestinales. En la medicina ayurvédica y la tradicional china, el cilantro se ha utilizado durante siglos como remedio para resfriados, náuseas y trastornos digestivos.
Maridajes culinarios: platos donde el cilantro brilla
Pocos ingredientes tienen la capacidad de transformar un plato como el cilantro. Su sabor fresco y potente realza sopas, ensaladas, carnes, pescados y arroces. En la cocina mexicana, es imprescindible en tacos, salsas verdes y guacamole. En la cocina india, corona currys y chutneys. Y en la peruana, es clave en el ají de gallina y el arroz con pollo.
En Europa, cada vez más chefs lo incorporan a reinterpretaciones de recetas tradicionales. En una crema de calabaza, el cilantro aporta frescura; en una ensalada de tomate, sustituye con acierto a la albahaca; y en platos de pescado al horno, unas hojas frescas justo antes de servir realzan todos los sabores.
Un futuro verde y fragante
El auge del cilantro en Europa es solo el principio. Su versatilidad, su valor nutricional y su creciente popularidad lo perfilan como un cultivo estratégico y una tendencia culinaria en alza. Ya no es solo una excentricidad exótica, sino una hierba que ha encontrado raíces profundas en tierras europeas y en el paladar de sus habitantes.
Porque el cilantro no es solo una hoja: es una historia viva, un puente entre culturas y un símbolo de cómo el sabor puede ser también identidad.