La necesidad de contribuir a la preservación del planeta, de rebajar la huella de carbono y de un uso más racional de los recursos está presente en todos los ámbitos de la vida. Cada vez más, los consumidores miran con ojos críticos aquellos productos que consumen y, cada vez más, los productores apuestan por procesos más sostenibles.
No puede extrañar, por tanto, que el uso de energías renovables, así como el uso de equipos y maquinaria más eficientes haya cobrado un gran impulso en los últimos tiempos. En industria es muy visible, con la implantación de equipos de medición de temperatura industrial, caudalímetros, etc. fabricados por empresas como Endress+Hauser.
En agricultura, un sector en el que tradicionalmente los cambios tardan más en arraigar, también las energías renovables empiezan a encontrar su hueco. La necesidad de rebajar el coste energético y de alcanzar una mayor eficiencia en los cultivos están siendo el espaldarazo definitivo.
Aplicaciones de las energías renovables
España cuenta con más de 3,8 millones de hectáreas de regadío. En los últimos años se ha realizado un enorme esfuerzo por implantar sistemas eficientes que permiten rebajar el consumo de agua. De hecho, son casi 3 millones las hectáreas que cuentan ya con riegos de este tipo, en su mayoría sistemas de riego localizado.
El reto ahora es rebajar el consumo energético que supone llevar el agua a los cultivos. Y es ahí donde entran en juego las energías renovables, especialmente la fotovoltaica. España es el país de Europa con más horas de sol. No solo eso, sino que esas horas se incrementan en las épocas en las que las necesidades hídricas de los cultivos son mayores.
El coste de la energía y ese camino hacia la sostenibilidad están haciendo que el número de cultivos que disponen de riego con energía solar fotovoltaica se incremente constantemente. Energía que se emplea tanto para el bombeo de agua de pozos como para el riego.
Los sistemas de riego no son los únicos que pueden aprovecharse de las ventajas que ofrece la energía fotovoltaica. En explotaciones agrícolas, su uso puede ir mucho más allá. Almacenes y plantas de procesamiento necesitan de energía eléctrica. En algunos casos, los paneles fotovoltaicos pueden ser suficientes para conseguir el autoconsumo.
La otra gran aplicación de la energía fotovoltaica está en la maquinaria agrícola, porque también desde el sector se puede contribuir a la descarbonización. De hecho, en España ya hay iniciativas en las que se combina el uso de vehículos agrícolas eléctricos con plantas de generación de energía fotovoltaica y electrolineras.
Más allá de la energía fotovoltaica, existen otras energías renovables que también pueden tener su hueco en el sector agrícola, aunque su desarrollo aún es escaso. Serían, fundamentalmente, la eólica y la mininihidráulica. Esta última recupera energía del propio sistema de riego, gracias a turbinas y bombas.
La eficiencia: el gran beneficio para la agricultura
La implantación de energías renovables en agricultura, evidentemente, tiene enormes beneficios a nivel general. Significa un uso más eficiente de recursos tan escasos como el agua y una reducción de la emisión de gases a la atmósfera.
Para el sector, esos beneficios se traducen en cultivos mucho más eficientes. El incremento del precio de los carburantes y de la energía está suponiendo un enorme reto, puesto que los costes de producción no parar de incrementarse. La implantación de energías renovables permite rebajar notablemente esos costes en lo que a consumo energético se refiere, de ahí que el futuro de la agricultura pase en parte por la implantación de renovables.