Espinacas: cómo cocinarlas para que gusten a todos

Todos recordamos el personaje de Popeye y esa increíble fuerza que le proporcionaba el consumo de latas de espinacas, lo cuál popularizó la leyenda de sus altos níveles de hierro entre los niños de todo el mundo, y aunque diversos estudios han evidenciado más tarde que las espinacas no son especialmente ricas en este mineral, no es menos cierto que esta verdura posee unas interesantes cualidades nutricionales nada desdeñables: nos aportan mucha vitamina C pero también una buena cantidad de vitaminas A, B, E y K, así como potasio, calcio, fósforo, zinc y ácido fólico y por tanto, mejoran la respuesta del organismo frente a virus y bacterias y mantiene el cuerpo hidratado, algo esencial para combatir los catarros y gripes. Además, las espinacas nos ayudan a reducir los efectos del asma, la migraña o la artritis, gracias a sus propiedades antiinflamatorias.

La vitamina B que contienen protege la piel de los rayos ultravioleta y también, del envejecimiento prematuro de la piel. Como casi todas las verduras de hoja verde, posee carotenos antioxidantes que nos permiten broncearnos más rápido y de manera más uniforme.

Maneras de cocinarlas y de comerlas

Por si todo esto fuera poco, es una verdura muy baja en calorías y extremadamente versátil, que se puede consumir tanto cruda como cocinada, fría o caliente, como entrante o de acompañamiento de carnes, pescados, pastas o arroces. Las ensaladas por ejemplo, son una de las maneras más cómodas de incorporar espinacas a nuestra dieta en sustitución de la clásica lechuga y además en su versión cruda, o en este tiempo de frío y lluvias, en potajes, purés o cremas de verduras o cientos de guisos que podemos improvisar sin que las espinacas desentonen lo más mínimo, aportando también color aparte de todas sus propiedades.

Otra forma muy interesante de consumirlas es como relleno de quiches y empanadas, como las que nos proponen (con roquefort) en las panaderías Levaduramadre Coffee Bakery, dónde utilizan ingredientes orgánicos y harinas ecológicas para sus platos: “Las empanadas se pueden tomar tanto frías como calientes, aunque yo las prefiero después de un golpecito de horno porque hace que se potencien algunos sabores. Son ideales para una cena distendida o para comer algo rápido cuando tenemos prisa, porque nos aportan energía al momento” – nos dice Moncho López, máximo responsable y alma mater. Esta idea de que las empanadas deben comerse siempre calientes es igualmente uno de los lemas y consejos de Tita de Buenos Aires, cadena de tiendas argentinas en Madrid que tiene en las empanadas su principal vía de negocio, destacando en este caso la de espinacas con bechamel.

Publicidad