“Los mexicanos siempre vivimos en paradojas”, ha afirmado el director mexicano Alejandro González Iñárritu en el colofón del festival Verdial, que se ha celebrado durante esta semana en distintos enclaves de Málaga y su provincia con la presencia de 70 creadores de ambas orillas del Atlántico. González Iñárritu ha desgranado algunas de esas paradojas, al tiempo que ha reflexionado sobre su extensa y multipremiada filmografía, en una conversación con los escritores Jorge Volpi y Jordi Soler.
“Me siento como un colado, pero es un privilegio y un honor para mí estar en un congreso de escritores”, ha comenzado diciendo el ganador de cinco Óscars, quien ha recordado el viaje que hizo a bordo del barco ‘Toluca’ hace 40 años con algunos amigos, y la escala que hizo en Málaga con la intención de saltar a Ceuta, y de allí a Marruecos. “Dormimos en la calle, estuvimos a punto de robar del hambre. Pero hace poco me di cuenta de que tras ‘Amores Perros’ rodé ‘21 gramos’ en Memphis. Y la siguiente, la mitad la filmé en Marruecos, ‘Babel’, y la siguiente en Barcelona… Me di cuenta de que, cronológicamente, mi filmografía repasaba la travesía por la que el ‘Toluca’ me había llevado”.
Por otro lado, el director ha comentado que en sus películas hay otro denominador común, “una exploración de la paternidad. En ‘Amores Perros’ es la ausencia, el regreso, el abandono… Y en todas las demás hay algo parecido. Ahora me toca ser padre, y he recordado ‘La invención de la soledad’ de Paul Auster, que leí hace 25 años, y la melancolía del futuro que yo tenía, pensando cuando mi padre no estuviera. ‘Bardo’, mi último filme, tiene también esa reflexión sobre la pérdida”.
Otro de sus temas recurrentes, el desarraigo, las migraciones y sus consecuencias, ha sido abordado también por el cineasta. “Las razones de la migración son de distinta naturaleza. Yo soy un migrante de primera clase, es una decisión que yo tomé. Pero hay un proceso de pérdida, independientemente de ese privilegio. La identidad dislocada, la pertenencia a una comunidad, todas las cosas que damos por hechas de pronto se ven cuestionadas. De eso traté de hablar en ‘Bardo’, no desde la victimización, sino desde esa delicada línea en la que ya no es posible regresar, de la emoción y de los lazos afectivos más íntimos”.
En su presentación, Jorge Volpi, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España, ha definido la filmografía de González Iñárritu como una “sucesión de clásicos”, y le ha preguntado por los cambios de la percepción sobre el territorio que dejamos atrás. “La ciudad de México que yo dejé ya no es la misma, el país es distinto. Nuestros amigos crecen y cambian, todos lo hacemos. Pero de alguna manera siguen siendo los mismos, y eso me hizo reír muchas veces en ‘Bardo’”.
“Desde ‘Amores Perros’ que es una película hiperrealista, me he ido alejando poco a poco de ese registro, pero estoy convencido de que lo único real es el impacto emocional”, ha proseguido González Iñárritu. “Lo que tú sentiste es lo que podemos llegar a abrazar como algo verdadero. Pero apelar a la realidad, como en ‘Bardo’, es otra cosa. Como dijo Sergio Ramírez hace unos días aquí mismo, tienes que mentir para llegar a la verdad. Y el artificio de la realidad ya no soy capaz de repetirlo, el realismo es otra ficción”.
“No tengo nada contra el contenido de las historias”, ha especificado el director. “Las series de televisión están abusando de ello, el cine tiene que ser algo más, que trascienda la historia”. A continuación, ha aludido a la identidad mexicana “que todavía estamos buscando, si somos más indígenas, si somos más otra cosa… Hay una coexistencia de realidades mágicas de nuestros antepasados que reinventaron la cosmogonía, crearon un mundo. Vivimos entre eso y la racionalidad y la demanda americana de la productividad. Los mexicanos siempre vivimos en paradojas”.
No se resistió González Iñárritu a desvelar algunas de sus fórmulas de trabajo. “Cuando haces una película, puedes tener una idea maravillosa, pero cuando se encarna en una imagen puede que esté llena de problemas. A veces todas las cosas que te pueden pasar te pasan, el actor tiene gripe, el otro diarrea… Hay que tener entonces un acordeón de lo que es importante en esa escena. Y cuando te toca un actor que te pregunta ‘este personaje, ¿qué comía de niño’, te lo tienes que inventar para que construya lo que necesita. Pero yo sí necesito saber de dónde viene ese personaje, me lo pregunte o no. Cuando tienes cuatro o cinco personajes en una mesa, tienes que saber qué quieren. Si mi objetivo es seducirte, o amenazarte, o ignorarte… El verbo activo, eso es lo que más trabajo me cuesta”.
Un país sentimental
En la sesión matinal, la Biblioteca Bernabé Fernández Canivell de Pedregalejo -Territorio Esteban Salazar Chapela- ha acogido una conversación entre la escritora cubana Karla Suárez y la española Berna González Harbour, con el editor Juan Casamayor en funciones de moderador. El fetichismo de los libros, el apego a la propia biblioteca y las mudanzas voluntarias o forzosas centraron la charla entre ambas autoras.
Así, Suárez ha recordado que “crecí con la biblioteca de mi madre. Cuando me fui hace 25 años a Roma, el problema era que tenía una maleta. ¿Qué libros te llevas? Solo podía poner los diez que eran mi país sentimental. Luego empecé a ir a la biblioteca del Instituto Cervantes, fue como mi casa, y me salvó la vida. Los libros te arropan, pero me pregunto si las casas del futuro no los tendrán”.
Por su parte, González Harbour ha asegurado que una biblioteca se construye a lo largo del tiempo “como una superposición de capas geológicas”, y aunque se ha reconocido lectora principalmente de libros electrónicos, ha apuntado que “el libro objeto tiene un valor fetichista, pero cuando vuelves a casa de tus padres y ves tus libros de juventud, recuperas tu mundo de entonces”.
Asimismo, la periodista y escritora ha dicho que “puedo conocer mejor los países del mundo gracias a la literatura más que al periodismo. Claro que hay que estar al tanto de las noticias, pero yo conozco Argentina gracias a Claudia Piñeiro, o Japón gracias a Murakami”.
El reto de la AI
Por la tarde, el centro cultural La Malagueta -Territorio María Zambrano- los protagonistas han sido los españoles Vicente Luis Mora y Bernat Castany han debatido con Fernando Iwasaki como moderados. “En todas las épocas de crisis suelen aparecen en el imaginario colectivo cuatro grandes familias de mitos: el mito de la edad de oro, el mito del complot, el líder carismático y el ‘tecnomito’”, ha afirmado Castany, para quien un fenómeno como el miedo “desarticula los modos de conocimiento, provocando deformaciones en la percepción, en la razón, en la memoria o en la imaginación”.
Vicente Luis Mora, en cambio, hablando sobre la inteligencia artificial: «Lo que más me inquieta es la reinterpretación de la realidad que nos provoca la inteligencia artificial. Remite y reescribe sobre las antiguas escrituras sin pedir permiso a los autores, sin pagar derechos, sin ningún tipo de compensación».
En Rincón de la Victoria, a la misma hora, la Casa Fuerte Bezmiliana se convirtió por un día en Territorio José Moreno Villa para recibir a la mexicana Socorro Venegas y al argentino Andrés Neuman, que fueron moderados por Jorge Volpi.
Los tres han hablado de la significación de la Generación del 27 en las dos orillas del Atlántico, pero también de otras lecturas e influencias. Venegas, actualmente inmersa en la recuperación de autoras de comienzos del siglo XX, ha rememorado cómo le marcó la lectura de la antología Laurel, donde aparecían 40 autores y sólo una mujer. “Las sinsombrero nos han enseñado que la lucha de las mujeres no termina nunca”, ha dicho la mexicana.
A continuación, Andrés Neuman ha comentado que “encuentro un problema de acento en la creación, porque la lengua no es una herramienta inamovible, es un recurso que, para mí, depende de cada libro: cuando comienzo a escribirme pregunto qué tipo de castellano necesita la narración”.
Mitos de la lectura
La programación del día se completó con otras citas en la provincia: en Nerja -Territorio Victoria Kent- se han reunido los mexicanos Adrián Curiel y Pedro Ángel Palou junto al moderador Pablo Bujalance en la Sala Municipal de Exposiciones; y en Marbella -Territorio Bernardo Giner de los Ríos- han hecho lo propiolos también mexicanos Carlos Fonseca y Eloy Urroz con Ana Gallego Cuiñas en el Hospital Real de la Misericordia ‘Hospitalillo’.
Por último, cabe destacar que La Térmica ha acogido la conferencia ‘¿Cómo leemos? El lector, la lectura y las paradojas tecnológicas’ a cargo de José Antonio Cordón, de la Universidad de Salamanca, quien ha subrayado varios mitos que rodean a la lectura en nuestro tiempo. “No existe el nativo digital ni el lector autosuficiente digital”, ha comentado, agregando a renglón seguido que es un error “querer hacer una equivalencia entre procesos como la lectura de libros, que tienen 500 millones de años, y los que apenas tienen 20”.
Pero también, ha apostillado el profesor, “existe el mito de la supremacía del formato impreso, y el contrario, llamado ‘los terceros entornos’, que piensa que la tecnología es por sí misma positiva. Lo cierto sí es que hemos evolucionado del homo typographicus al homo digitalis”.
Verdial, Fiesta de las Letras y la Cultura Iberoamericana, es una iniciativa organizada por la Diputación de Málaga, por el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España y por el Ayuntamiento de Málaga. Está comisariada por los escritores Jorge Volpi y Fernando Iwasaki. Y cuenta con la colaboración de la Fundación Casa de México en España, de la Dirección de Literatura de la UNAM, la Cátedra Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana, los ayuntamientos de Rincón de la Victoria, Nerja, Marbella y Ronda, y la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga.