Hacia la producción integrada, un ejemplo de sostenibilidad

Producción integrada se define como el conjunto de sistemas agrícolas de obtención de vegetales que utilizan y aseguran a largo plazo una agricultura sostenible, introduciendo en ella métodos biológicos y químicos de control, así como otras técnicas que compatibilicen las exigencias de la sociedad, la protección del medio ambiente y la productividad agrícola, y las operaciones realizadas para la manipulación, envasado, transformación y etiquetado de productos vegetales acogidos al sistema.

Se trata de un sistema intermedio entre la agricultura convencional, de toda la vida, y la producción ecológica, que es más restrictiva en el sentido de que tiene que estar certificada, reglada y su caracte-rística principal es que no permite la utilización de productos de síntesis. En la producción ecológica se habla de lucha contra plagas pero con los mismos elementos que tiene el campo, sin utilizar productos fitosanitarios de origen químico, según explica a Agro Luis Méndez, ingeniero agrónomo y técnico de la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA).

La Organización Internacional de la Lucha Biológica e Integrada (OLIB) define la producción integrada como “un sistema agrícola de producción de alimentos que utiliza al máximo los recursos y los mecanismos de regulación naturales y asegura, a largo plazo, una agricultura viable y sostenible. En ella los métodos biológicos, las técnicas de cultivo y los procesos químicos son escogidos con esmero, buscando un equilibrio entre el medio ambiente, la ren-tabilidad y las exigencias sociales”.

La producción integrada tiene, por tanto, especial importancia en España en el sector de frutas y hortalizas, pero es en el olivar donde primordialmente se centra en nuestra comunidad. En el ámbito nacional, la »Producción Integrada de productos agrícolas» está regulada por el Real Decreto 1201/2002, de 20 de noviembre (BOE núm. 287 de sábado 30 noviembre 2002.Andalucía ha sido pionera junto a Cataluña en la elaboración de una normativa reguladora para los sistemas de producción integrada, publicando en 1995 el primer reglamento específico mediante una Orden, concretamente la del olivar y la fresa.

Es pionera en la implantación de este sistema sostenible y ejemplo de apuesta decidida, como lo pone de manifiesto la creación de un sello propio que ampara a 54.400 productores y 377 operadores, según datos de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía. Andalucía supone el 66,6% de la superficie de producción integrada del país, 554.389 ha, donde 395.977 corresponden a olivar, según datos Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios Encuesta marzo 2015.

Los productos cultivados bajo este sistema responden a las demandas de los consumidores, cada vez más comprometidos con el medio ambiente y más exigentes con la calidad y la seguridad alimentaria. Además de garantizar una calidad tanto interna como externa del producto, cada vez más demandada por la sociedad, con este tipo de producción se consigue una reducción de pestici-das y otras sustancias químicas, un mejor manejo de las distintas labores y el momento adecuado de realizarlas.

En ese sentido, Luis Méndez señala que en los últimos años se ha invertido mucho en la producción integrada, subvencionando incluso al personal técnico que deben contratar los agricultores. Y es que la producción integrada requiere de un seguimiento por parte de un personal técnico que esté pendiente de las parcelas y decida en qué momento realizar uno u otro tratamiento “ya que no se aplican conforme a un calendario, como en el caso de la agricultura convencional, sino únicamente cuando existe una razón técnica que lo requiera”, apunta el responsable de ASAJA.

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