En España tenemos la mayor superficie vinícola del mundo llegando en 2014 a ser los líderes mundiales de exportación. La otra cara de la moneda es que vendemos muy barato mientras el consumo interno cae en picado. La guinda del pastel la ponen el 58 por ciento de los consumidores con edades superiores a los 65 años. ¿Es posible llegar y seducir al público jóven para asegurar el futuro del sector? ¿Por qué otros países como Francia e Italia lo consiguen y nosotros no?
Amar lo nuestro y saber transmitirlo
Que como país nos cuesta defender y marketizar nuestras señas de identidad gastronómicas no es nada nuevo, lo bueno es que internet nos brinda la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva a cambio de un voto de confianza en la esfera digital y los actores que la conforman.
Las redes sociales se plagan de influencers españoles recomendando productos extranjeros mientras los nuestros quedan relegados a la despensa de la abuela con la única esperanza de ser fotografiados para Instagram un domingo por la tarde con el hashtag #vintage y el filtro Valencia. ¿La razón? Seguimos desconfiando dejando en manos de nuestros cuñados algo tan relevante para las ventas como lo es la estrategia digital.
¿Quién es el comprador on line?
Bobdeboca hacía el mes pasado un retrato del comprador online español de vinos: reside en Madrid, tiene 48 años y es un amante de marcas contrastadas, buscando sobre todo vinos con buena relación calidad precio.
Hace un par de décadas una marca contrastada era la que salía en TV recomendada por el famoso de turno. Hoy lo son las que saben crear un universo de imágenes, recomendaciones, likes y retweets en el mundo 2.0. Es decir, las que saben llegar al corazón de los internautas.
La idea aquí es fidelizar a este comprador madrileño y atraer a perfiles diferentes que pueden encontrar en el vino su nueva pasión si no se lo ponemos demasiado difícil. ¿Cómo? Haciendo los productos atractivos, hablando el idioma de los clientes y estando presentes dónde lo están ellos.
¿Qué buscan hoy los compradores de vino on line?
Atrás quedaron los días en los que el comprador quedaba impresionado con palabrejas que no entendía. Hoy se trata de hacer la información accesible, fácil y útil, es decir, consumible. El secreto de la comunicación digital consiste en encontrar las motivaciones profundas que hacen actuar (en este caso comprar) a nuestros potenciales clientes para ponerlas en valor.
Asumámoslo, ya no compramos un vino Rioja DOC 100% Tempranillo criado durante 16 meses en barricas de roble francés. Lo que compramos es la sensación de terminar el día, llegar a casa, descorchar la botella al son de las primeras notas de nuestra canción preferida mientras nos quitamos los zapatos y nos servimos una copa que nos recuerda que estamos ante ese momento de relax y disfrute que tanto nos merecemos.
O, si me apuran, el ser parte de un “reducido” grupo que prueba vinos diferentes y difíciles de encontrar en tiendas al uso a un precio imbatible. Las cajas mensuales de clubs de vino siguen funcionando e internet es el maridaje perfecto. Si no, que se lo digan a los creadores de Wineissocial.
Al final se trata de diferenciarnos con aquello que nos hace únicos. Descubrirlo y ponerlo en valor es uno de los viajes más bonitos que se pueden hacer. Ya solo queda saber comunicarlo para que el postgusto de nuestro proyecto sea lo más largo y memorable posible.