El mundo rural ha pasado de ser uno de los principales motores económicos de España, con una importante población activa, a convertirse en un sector con una población cada vez más mermada y envejecida.
En un país en el que el medio rural abarca el 90% del territorio y en el que reside un 20% de la población (hasta un 35% incluyendo las zonas periurbanas), la búsqueda de actividades alternativas que combatan el abandono de tierras y el éxodo rural hacia las grandes urbes, se hace imprescindible.
La caza de ciervos, jabalíes, gamos, corzos, perdices, palomas y otras especies de Carne Silvestre supone, junto al turismo rural, una nueva dimensión para los pueblos españoles, ya que atrae hasta nuestro país a cientos de cazadores nacionales y extranjeros, generando un importante impacto económico.
El turismo cinegético
El 87% del territorio español está declarado de aprovechamiento cinegético, lo que supone un total de 43,8 millones de hectáreas, divididas en 32.817 cotos, un enorme potencial para el turismo en busca de Carne Silvestre. De estos terrenos, el 19% se concentra en Castilla y León, seguida de Castilla–La Mancha (16%) y Andalucía (16%); aunque si ponemos la extensión en contexto con el tamaño de las comunidades autónomas, más del 90% de La Rioja, Aragón, Cataluña, Navarra y Asturias están declaradas como terreno cinegético, según el último informe de la Fundación Artemisan.
A las casi 850.000 licencias de caza nacionales que se contabilizan actualmente hay que añadir los 25.000 turistas extranjeros que visitan España anualmente para realizar turismo cinegético, procedentes principalmente de Francia, Italia, EEUU y también de países como Qatar, Emiratos Árabes y Arabia Saudí. Se trata de personas que se caracterizan por tener una capacidad adquisitiva media-alta, lo que se traduce en un importante nivel de gasto que genera cuantiosas rentas a los habitantes de las zonas rurales, dándose incluso el caso de grupos de extranjeros que pueden llegar a gastar entre 40.000 y 50.000 euros en un único fin de semana.
Además, la actividad cinegética ejerce un efecto positivo en el arraigo poblacional, ya que muchos cazadores siguen ligados a sus municipios de origen gracias a poder ejercer esta actividad en su medio rural, contribuyendo a fijar población en las zonas más desfavorecidas.
Acervo cultural
Y es que el consumo de Carne Silvestre forma parte del acervo cultural de la sociedad española y la actividad cinegética, necesaria para su existencia, es practicada en la actualidad por alrededor de 850.000 personas. Con 333.974 licencias federativas, esta actividad es el tercer deporte más practicado en España, tras el fútbol y el baloncesto. Esta actividad se ha transmitido a lo largo de siglos, e incluso algunas modalidades, como la Cetrería, han sido reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO[5].
El sector de Carne Silvestre constituye un verdadero dinamizador multisectorial para la economía de las zonas rurales donde se produce, y se vincula directa e indirectamente con múltiples sectores y actividades económicas que generan un importante impacto económico y la generación de empleo en el territorio.
De hecho, se calcula que el sector de la caza contribuye al mantenimiento anual de 141.261 empleos directos, indirectos e inducidos, a los que hay que sumar puestos de trabajo directos generados por los titulares de coto y organizadores profesionales de caza, que ascienden a 45.497 empleos, alcanzando un total de 186.758 puestos de trabajo mantenidos anualmente gracias al sector, es decir, un 1% de la población activa.
Para más información: carnesilvestreuropea.com y viandesauvageurope.fr