Lisboa insólita: la cara más secreta de la ciudad de las siete colinas

Lisboa, la melancólica, la luminosa, la del fado y las colinas empedradas… también guarda un rostro insólito, misterioso y encantador que no todos los viajeros conocen. Más allá del tranvía 28, del barrio de Alfama y de las vistas del mirador de Santa Luzia, se esconde una ciudad llena de lugares curiosos, exóticos y hasta surrealistas, que revelan la Lisboa más auténtica y secreta.

El encanto melancólico del Cemitério dos Prazeres

Comenzar un recorrido insólito por Lisboa en un cementerio puede parecer extraño, pero el Cemitério dos Prazeres, en el barrio de Campo de Ourique, es uno de los más bellos de Europa. Fundado en el siglo XIX, parece una pequeña ciudad de mármol y cipreses. Aquí descansan escritores, políticos y artistas portugueses en auténticos mausoleos escultóricos. Desde lo alto del recinto, además, se disfruta una panorámica espectacular del puente 25 de Abril y del estuario del Tajo.

La farmacia más antigua del mundo

En pleno Chiado, entre escaparates modernos y cafés literarios, se esconde un lugar fascinante: la Farmácia do Loreto, abierta desde 1732. En su interior, los muebles originales de madera, los frascos de vidrio soplado y los antiguos instrumentos de alquimia parecen detener el tiempo. Hoy sigue funcionando como farmacia, pero también como un pequeño museo que rinde homenaje al arte de la botánica y a los remedios tradicionales portugueses.

El Museo Nacional del Azulejo: un arte convertido en símbolo

Lisboa no se entendería sin sus azulejos, y el Museu Nacional do Azulejo es uno de los más peculiares de la ciudad. Instalado en un antiguo convento del siglo XVI, este museo reúne piezas desde el siglo XV hasta la actualidad. Entre sus tesoros destaca un panel gigantesco que representa la ciudad antes del terremoto de 1755. Más que un museo, es un viaje cromático y poético a través de la identidad portuguesa.

A Ginjinha: el ritual del licor de cerez

En la pequeña plaza de São Domingos, junto al Rossio, un minúsculo local llamado A Ginjinha sirve desde 1840 una bebida legendaria: el licor de guindas que los lisboetas toman a cualquier hora del día. Se bebe en vasos pequeños, de pie y con o sin fruta, según el gusto. Es una tradición que aún resiste el paso del tiempo, una costumbre local que mezcla dulzura, historia y conversación.

Un jardín tropical en pleno corazón urbano

Entre los muros del Museu Nacional de Arte Antiga se esconde uno de los rincones más exóticos de la capital: el Jardim 9 de Abril. Lleno de palmeras, buganvillas y estanques, ofrece una vista de postal sobre el río y el puente colgante. Es un lugar ideal para descansar del bullicio y tomar un café en su terraza, mientras el sol cae lentamente sobre el Tajo.

El mirador secreto del Torel

Lisboa está llena de miradores, pero pocos conocen el Jardim do Torel, en la colina de Sant’Ana. Es un pequeño oasis con bancos, fuentes y una piscina urbana que en verano se abre como solárium. Desde allí se contempla la Avenida da Liberdade y el castillo de São Jorge. Pocas vistas son tan íntimas ni tan poco transitadas.

Lisboa, un alma que se revela fuera del mapa

La Lisboa insólita no se encuentra en las guías, sino en los detalles: en los azulejos desconchados, en los cafés antiguos, en los funiculares que suben sin prisa. Es la ciudad que se descubre sin rumbo fijo, la que se deja oír en un fado improvisado o en el eco de un tranvía al atardecer.

Porque Lisboa, más que un destino, es un estado de ánimo: una mezcla de melancolía, belleza y asombro que invita a perderse para encontrarse.

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