En España, concretamente en el sudeste y, especialmente, en Almería y la costa granadina, está la mayor concentración de invernaderos del país. Lo que se conoce como el “Mar de plástico”. Bajo este “Mar” de más de 42.000 hectáreas de extensión se encuentra “la huerta de Europa”. Es la zona productora de frutas y hortalizas más importante del mundo. Gracias a ella, los 500 millones de ciudadanos europeos pueden tener en su cesta de la compra frutas y hortalizas los 365 días del año.
Uno de los grandes retos del sector es dar a conocer al consumidor la realidad de los productos que se cultivan bajo invernadero, su apuesta por la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente.
Los invernaderos son estructuras que protegen los cultivos. Gracias a las privilegiadas condiciones climatológicas de esta zona (Almería cuenta con más de 3.000 horas de sol al año) ha sido posible un modelo de cultivo que permite contrarrestar las inclemencias de los vientos y el frío, pero también gracias a la innovación y el buen hacer de los agricultores, gozamos hoy en día de uno de los modelos de producción más eficientes y sostenibles del planeta.
Innovación para mejorar la sostenibilidad de nuestros cultivos
La sostenibilidad ambiental consiste en procurar realizar las actividades de producción, transformación y comercialización con el mínimo impacto posible, es decir siendo precisos en los consumos de agua, energía, generación de residuos…, además de tener presente siempre una actitud de mejora continua en el comportamiento ambiental. El sistema de cultivo bajo invernado es pionero en la utilización de control biológico de plagas. También en la implantación de sistemas de gestión de calidad de productos, con exigentes sistemas de certificación de calidad, de estándares de producción integrada y sistemas de gestión medioambiental.
Son muchos los hitos que se han conseguido en este modelo de producción, como es el caso de la técnica del blanqueado de los invernaderos, que ha llevado a un efecto de disminución de la temperatura en la zona por reflexión de las radiaciones solares, conocido como “efecto Albedo”, y que, hoy día, es motivo de estudio en universidades de California.
Compromiso con el medio ambiente
Otro de los grandes logros de la agricultura bajo invernadero es que puede presumir de haber reducido el uso de fitosanitarios, gracias a la puesta en práctica de la lucha biológica contra las plagas. Se trata de un sistema de control de los organismos que causan enfermedades a los cultivos usando para ello a sus depredadores naturales, que pueden ser insectos, hongos o bacterias. Estos organismos son criados en laboratorio y después se sueltan en el cultivo en donde está la plaga que se quiere controlar. Es una revolucionaria innovación que nos ha permitido evitar plagas secundarias, que no es contaminante y que obliga a la eliminación de fitosanitarios ya que, en caso contrario, afectaría indiscriminadamente tanto a la plaga invasiva como a la plaga protectora.
Esta “revolución verde”, fruto también de su alta capacidad de innovación, ha permitido reducir al mínimo el uso de fitosanitarios, ya que el agricultor es el primer interesado en no hacerlo: primero porque los productos cuestan dinero, segundo por los estrictos controles de la EU y tercero porque gracias a este sistema de cultivo trabajan en un ambiente más limpio.
El cultivo solar que no produce residuos
En los invernaderos de la costa mediterránea, más del 95% de la energía que utilizan proviene exclusivamente del sol. Esta zona cuenta con más de 3.000 horas de sol al año, frente a los invernaderos de otras zonas productoras, de latitudes más frías, cuya fuente de energía para cultivar es la calefacción, por lo que son contaminantes.
Otro de los factores de gran importancia en el terreno de la protección del medio ambiente en cualquier sistema de producción son los residuos. De este modo, en el caso de los plásticos, el 100% son reciclados una que son desechados del invernadero. Por otro lado, la otra fuente de posibles residuos, los restos vegetales, también han encontrado (gracias a los esfuerzos e inversión en innovación) una utilidad como subproductos para la producción de energía renovable y que es reutilizada como compost vegetal en el invernadero.
Modelo de integración social
El modelo de la agricultura Almeriense y la costa de Granada es un ejemplo de éxito de la agricultura familiar y el sistema agrario más redistributivo del mundo, lo que ha permitido un gran reparto de la riqueza. Además, el sector hortofrutícola proporciona trabajo mayoritariamente a personas en situación de riesgo de exclusión (mano de obra no cualificada y mujeres mayores de 45 años). En esta zona productora conviven más de 110 nacionalidades diferentes y casi el 30% de la población es extranjera y vive integrada a pesar de ser nuestra tierra la frontera más desigual del mundo, entre Europa y el Norte de África.