Los cócteles más míticos de la historia y cómo prepararlos

Un cóctel no es solo una mezcla de licores y sabores: es historia en una copa. Desde los clubes privados de Nueva York en los años veinte hasta los hoteles más glamourosos de París, las grandes creaciones de la coctelería han acompañado revoluciones culturales, películas inolvidables y noches eternas. Algunos han nacido por accidente, otros de la mano de bartenders visionarios que entendieron que una bebida podía ser mucho más que un simple trago.

Martini, la elegancia eterna

Si hay un cóctel que encarna la sofisticación, ese es el Dry Martini. Popularizado en los años 30 y ligado para siempre a James Bond, su origen se disputa entre San Francisco y Nueva York. Su preparación es tan sencilla como delicada: en una coctelera con hielo se mezclan 60 ml de ginebra y 10 ml de vermut seco. Se remueve suavemente y se sirve en copa de cóctel bien fría, con una aceituna verde o un twist de limón. El secreto, dicen los puristas, está en no agitarlo demasiado para que conserve su transparencia cristalina.

Negroni, el sabor de la Italia clásica

Nacido en Florencia en 1919, el Negroni fue fruto del capricho del conde Camillo Negroni, quien pidió reforzar su cóctel Americano sustituyendo la soda por ginebra. Así nació uno de los aperitivos más icónicos de la historia. Su receta no admite complicaciones: 30 ml de ginebra, 30 ml de vermut rojo y 30 ml de Campari, servidos en vaso bajo con hielo y una rodaja de naranja. Amargo y elegante, es la bebida perfecta para abrir el apetito antes de una buena cena italiana.

Mojito, el frescor de Cuba

El Mojito es sinónimo de sol, música y playa. Su origen se remonta al siglo XVI, cuando los marineros de Francis Drake mezclaban aguardiente de caña con hierbabuena y limón para aliviar dolencias. Pero fue en La Habana donde tomó la forma que hoy conocemos, conquistando al mismísimo Hemingway. Para prepararlo se colocan en un vaso alto unas hojas de hierbabuena, dos cucharaditas de azúcar y el zumo de medio limón. Se machaca suavemente, se añade hielo picado, 50 ml de ron blanco y un chorro de soda. Refrescante, aromático y con espíritu caribeño.

Margarita, el clásico mexicano

El cóctel más internacional de México tiene un origen rodeado de leyendas: algunos lo atribuyen a una actriz en los años 30, otros a un bartender de Tijuana. Lo cierto es que el Margarita se ha convertido en un icono global. Para elaborarlo se mezclan en coctelera con hielo 50 ml de tequila, 25 ml de triple seco (Cointreau) y 25 ml de zumo de lima. Se sirve en la característica copa escarchada con sal, que aporta un contraste inconfundible. Un trago ácido, fresco y vibrante.

Manhattan, el espíritu de Nueva York

El Manhattan es puro siglo XIX. Su leyenda lo sitúa en el Manhattan Club de Nueva York hacia 1870, en una fiesta organizada por la madre de Winston Churchill. Este cóctel, considerado uno de los más elegantes, combina 50 ml de whisky de centeno, 20 ml de vermut rojo y un par de gotas de angostura. Se remueve con hielo y se sirve en copa de cóctel con una guinda. Su sabor intenso y especiado lo convierte en un clásico de la coctelería de autor.

El poder de los clásicos

Estos cócteles han sobrevivido a modas y generaciones porque combinan sencillez, carácter y un trasfondo cultural que los hace eternos. Prepararlos en casa es abrir una ventana a la historia y, al mismo tiempo, un gesto de creatividad. Basta con buenos ingredientes, algo de precisión y la pasión por compartir un momento único.

La coctelería, al final, es eso: un arte líquido que sabe a épocas, ciudades y emociones. Y cada sorbo de un Martini, un Negroni o un Mojito nos recuerda que, detrás de una copa bien servida, siempre hay una historia que merece ser contada.

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