El pasado miércoles 23 de noviembre, tuvo lugar una nueva cita con Los Culturales de El Pimpi, en esta ocasión se celebró en La Sole con el título “Los Hermanos Álvarez Quintero” coordinado y dirigido por el pintor Fernando Núñez.
La sala estaba completamente abarrotada para presenciar un teatralización de una de las obras de los Hermanos Álvarez Quintero en la voz de Rosa Castro, Mari Carmen Casan, Antonio Garrido, Carlos Guerrero y Rosa Pérez, a la guitarra les acompañaba, como siempre Chapi Pineda.
Los comediógrafos españoles Serafín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 26 de marzo de 1871 – Madrid, 12 de abril de 1938), y su inseparable hermano Joaquín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 20 de enero de 1873 – Madrid, 14 de junio de 1944), se instalaron en Sevilla, donde vivieron bastante tiempo como empleados de Hacienda, mientras colaboraban en diversas publicaciones como El Diablo Cojuelo, e iniciaron paulatinamente su dedicación exclusiva al teatro. Su debut como autores tuvo lugar en 1888 con Esgrima y amor en el teatro Cervantes de Sevilla. El éxito de la comedia les impulsa a viajar a Madrid, donde, a partir de 1889, estrenan varios sainetes líricos y juguetes cómicos: Gilito (1889), Blancas y negras (1892), La media naranja (1894), La buena sombra (1895), La reja (1897), El traje de luces (1898), El patio (1900). Ambos hermanos colaboraron en todas sus obras dramáticas y fueron miembros de la Real Academia de la Lengua Española.
En 1897 con El ojito derecho obtuvieron su primer éxito, seguidos de muchos otros más, siendo especialmente recordados El genio alegre (1906), Malvaloca (1912), Puebla de las Mujeres (1912), Las de Caín (1908) y Mariquilla.
Fueron nombrado hijos predilectos de Utrera y Sevilla y adoptivos de Málaga y Zaragoza. Sus obras fueron traducidas a todos los idiomas; se representaron en las más apartadas latitudes y sus autores gozaron de innumerables homenajes.
Los restos de ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.
Aunque no escribieron únicamente comedias (Fortunato, Nena Teruel, Mundo mundillo…, Los leales, Dios dirá, La calumniada, Don Juan, buena persona, Tambor y cascabel, La boda de Quinita Flores, Pasionera, Concha la Limpia, Los mosquitos, Las de Abel, Así se escribe la historia, El centenario, Doña Clarines, La casa de García, La rima eterna, Cabrita que tira al monte, Los duendes de Sevilla etc.), sainetes (Mañana de sol, 1905), libretos de zarzuela (La reina mora, 1903) y piezas cómicas, sino también dramas (Malvaloca, 1912; Cancionera, 1924), fue en esos géneros en los que fundamentalmente se les recuerda a causa de su gran talento cómico.
En total escribieron cerca de doscientos títulos, y obtuvieron premios como el que la Real Academia, concedió a Los Galeotes como la mejor comedia del año.
Muchas de sus piezas son de naturaleza costumbrista, describiendo el modo de ser de sus nativas tierras andaluzas, pero dejando al margen la visión sombría y miserable de las lacras sociales; hay una genuina vis cómica. Son maestros en el diálogo, que es siempre vivaz y gracioso