Málaga, la provincia de la Hojiblanca

aceite

En poco tiempo llegarán a los lineales los nuevos aceites del año. Frescos, aromáticos, con un leve picor, herbáceos, toda una sinfonía en boca y en nariz. La nueva temporada para el ‘oro verde’ será muy fecunda. A esto ha contribuido una primavera suave, un verano menos riguroso de lo normal, y amplias lluvias durante el otoño. Diciembre ha estado a salvo de los aguaceros y ha permitido una cosecha tranquila y sin contratiempos.

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La provincia registrará una producción que rondará las 80.000 toneladas para la campaña 2018/19, según las primeras estimaciones de Coag Andalucía. Esto significa un aumento de casi el 40 por cien respecto a la anterior cosecha. Ocupa la quinta posición de Andalucía, en términos cuantitativos, aunque es preciso señalar que solo la región concentra el 85 por ciento del total nacional. Por este motivo, no es raro descubrir Málaga supera a comunidades enteras como Aragón o la Comunidad Valenciana. Y a los números nos remitimos: aglutina 120.000 hectáreas. ¡Ahí es nada! A nivel cualitativo, la provincia mediterránea posee “la particularidad de ser la única que alberga una denominación de origen vinculada al aceite –DO Antequera- y otra a la aceituna de mesa, la DO Aceituna Aloreña”, señala el responsable de Relaciones Corporativas de Dcoop, Esteban Carneros. Esto hace de Málaga un destino singular y, realmente, apetecible para los amantes del ‘oro verde’.

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La zona olivarera por antonomasia se corresponde con el norte de la provincia. Coincide con la Vega de Antequera y la comarca nororiental (Nororma) que incluye las poblaciones de Archidona, Cuevas de San Marcos, Villanueva de Algaidas, del Trabuco, de Tapia, Cuevas Bajas, o la propia Antequera. Predomina el monocultivo como forma de subsistencia. El protagonismo del olivar va perdiendo fuerza conforme nos movemos al occidente. De todos modos, localidades como Teba o Campillos están aumentando la superficie de olivar debido al mal precio de los cereales. En resumen, todo el norte es feudo privado de la variedad Hojiblanca, la aceituna emblemática de Málaga.  “Se trata de la zona más profesionalizada aunque es innegable que posee una tierra ideal para que el olivar prospere”.

Desde allí, ponemos rumbo a la Axarquía. Por el camino, nos topamos con viñas, aguacates o mangos. Al fin y al cabo, el olivar es muy minoritario si exceptuamos algunas manchas verdes en la zona de Riogordo, Periana o Los Romanes. Por estos lares, la variedad estrella es la Verdial, llamada así porque “cuando madura no se oscurece”, apunta el experto. Predominan las almazaras de pequeño tamaño.  En el extremo más oriental, la Verdial da paso a la Nevadillo, otra aceituna autóctona aunque mucho más minoritaria. Su cultivo se distribuye por las localidades de Torrox y Competa.

En la Serranía de Ronda, la presencia del olivar es testimonial salvo en los alrededores de Ronda. Partimos hacia el Guadalhorce. Siguiendo el curso del río, descubrimos una considerable superficie cultivada. No obstante, la producción se destina fundamentalmente a producir aceituna de mesa para surtir a la denominación de origen Aceituna Aloreña. Destacan las localidades de Álora, Casarabonela, Tolox y Alozaina. No hay que olvidar, otra variedad local, la Lechín, cuyas escasas hectáreas se concentran en los puntos limítrofes con Granada y Sevilla.

La provincia más cooperativa

Si algo distingue a Málaga frente a otras provincias es su alto sentido “cooperativo” y la mayor “profesionalización de las almazaras”, subraya Carneros. La presencia de Dcoop, el mayor grupo cooperativo a nivel mundial no es algo casual. Y, en cierto sentido, ha propiciado el apego hacia el modelo de cooperativa. “En las décadas anteriores”, recuerda el responsable, “cada uno hacia la guerra por su lado”. Y aunque la provincia es la quinta en producción, es la líder andaluza en cooperativas dedicadas a la producción de virgen extra.

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Juan Alberto Gómez
Redactor todoterreno con más de 15 años de experiencia, en el mundo de la gastronomía, el turismo y la economía. Explorador incansable de los sabores, las cocinas del mundo y los nuevos hallazgos culinarios. Siente pasión por todo lo que rodea al mundo del vino y la enología. También de los productos de temporada y kilómetro 0, lo que viene en denominarse ‘slow food’. Hace suyas unas palabras de Cicerón: “el placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”.