El otoño es la estación por excelencia de las setas. Y Málaga es una de las provincias que puede presumir de micología, siempre y cuando haya lluvias y no entren las heladas. Lo saben muy bien los numerosos aficionados tanto de la provincia como quienes nos visitan, que en la segunda mitad del otoño se adentran en sierras y dehesas a buscar setas con valor culinario.
Eso sí, se trata de una afición en la que hay que tener muchas precauciones, ya que hay muchas setas que se pueden confundir y causar desde intoxicaciones tóxicas leves hasta la muerte. Por esto es necesario un reconocimiento morfológico que no nos lleve a dudar en si es comestible o no. En caso de cualquier duda, es mejor desecharla por prudencia (y dejarla en su sitio).
Es muy recomendable salir al campo con quienes sepan distinguirlas y nos enseñe a buscarlas respetando el medio. La mejor forma de empezar a adentrarse en este fascinante mundo es hacer un curso de iniciación a la micología o asistir a algunas de las jornadas o talleres que se organizan en otoño en la provincia. Monda, Júzcar o Benarrabá son algunos de los pueblos malagueños que preparan este tipo de actividades, donde se puede conocer más sobre lo que aguarda en el interior de la provincia de Málaga.
Entre las zonas más ricas desde el punto de vista micológico, destacan especialmente el Valle del Genal, los parques naturales de Los Alcornocales, la Sierra de las Nieves y Montes de Málaga o, en general, aquellos enclaves donde haya masa forestal.
¿Qué setas se pueden encontrar en la provincia de Málaga? Ésa es la pregunta que se hacen muchos de los que se comienzan a interesar por este mundo. La verdad es que la variedad es lo que más sorprende. Eso sí, siempre y cuando, como se decía más arriba, la climatología acompañe.
Entre las setas comestibles y de cierto valor culinario, destaca especialmente el níscalo (Lactarius Deliciosus), que es muy fácil de reconocer en el terreno. Su color anaranjado en varios tonos formando círculos concéntricos lo hace casi inconfundible. Es muy común en bosques de pinares, sobre todo pino resinero y silvestre, pero es posible vernos casi en cualquier tipo de monte.
Más apreciados aún son los boletos, del que existen muchos tipos -la mayoría son comestibles, aunque algunos son tóxicos-. En general, cada especie de boleto se asocia a un tipo de bosque determinado. De los comestibles que podemos encontrar en la provincia destacar el Boletus Aereus, o boleto negro, característico de castañares. El Boletus Edulis, más común en bosques de pino silvestre, castaños o robledales. Es, quizás, el que más valor culinario tiene de todo el género.
La conocida como yema de huevo (Amanita Caesarea) está también entre las más apreciadas. Se identifica por su sombrero naranja, láminas amarillas y gran volva blanca que la cubre al principio de su crecimiento. Sólo podríamos tener confusión con la cercana Amanita Muscaria (tóxica, pero no mortal), con el sombrero color rojo fuerte con pintas blancas. Puede desarrollarse en distintos bosques; castañares, encinares, alcornocales o robledales.
Otras setas de cierto valor culinario que se pueden encontrar en sierras y dehesas malagueñas son el parasol (Macrolepiota procera), la chantarela (Cantharellus subpruinosus), la seta de cardo (Pleurotus eryngii), la tompeta de los muertos (Craterellus cornucopioides), la angula de monte (Craterellus lutescens) o la seta de chopo (Agrocybe cylindracea), entre otras.