En pleno verano, cuando el calor aprieta y el cuerpo pide agua, el melón se alza como uno de los frutos más queridos y refrescantes de la temporada. Dulce, jugoso y con múltiples beneficios para la salud, este clásico de las fruterías no solo conquista por su sabor, sino también por su versatilidad y valor nutricional.
El melón no es una moda reciente. Su cultivo se remonta a hace más de 4.000 años en las regiones cálidas de África y Asia. Se dice que los egipcios ya lo consumían como un lujo, y más tarde los romanos lo llevaron a Europa. Hoy, España es uno de los grandes productores mundiales, especialmente en regiones como Castilla-La Mancha, Murcia o Andalucía.
Variedades para todos los gustos
No todos los melones son iguales, y ahí está parte de su encanto. El más conocido es el melón piel de sapo, de forma ovalada y corteza verde manchada. Su carne es blanca o ligeramente amarillenta, muy dulce y con poca fibra. Es el rey de las mesas españolas.
Pero hay más. El melón cantalupo, de carne anaranjada, es muy apreciado en ensaladas y recetas gourmet, por su aroma floral y su textura firme. El galia, con pulpa entre verde y blanca, es jugoso y algo más ácido, ideal para quienes prefieren un sabor más fresco. Y no podemos olvidar el amarillo oro, de piel lisa y brillante, muy típico del sur de España.
Una fruta con superpoderes
El melón no solo refresca: también nutre y protege. Rico en agua —más del 90% de su contenido— es un excelente aliado para mantener la hidratación en días calurosos. Contiene vitamina C, fundamental para el sistema inmunológico, y vitamina A, beneficiosa para la vista y la piel.
También aporta potasio, que ayuda a regular la presión arterial, y tiene un ligero efecto diurético, ideal para personas con retención de líquidos. Además, su contenido calórico es bajo, lo que lo convierte en un postre perfecto para quienes buscan cuidar su figura sin renunciar al placer.
Ideas para saborearlo más allá del postre
Aunque solemos comerlo al natural, bien frío y en rodajas, el melón admite muchas más versiones. Prueba combinarlo con jamón serrano para un aperitivo clásico e irresistible. Córtalo en dados y mézclalo con queso feta, pepino y menta para una ensalada veraniega con un toque gourmet.
También puedes batirlo con hielo y un poco de lima para hacer un granizado casero. Y si te atreves con lo dulce, el melón puede ser la base de sorbete, gelatina o incluso una tarta fría.
Consejos para elegir el mejor
Elegir un buen melón es casi un arte. Debe pesar, señal de que tiene agua. La piel no debe tener golpes ni estar demasiado blanda. Golpéalo suavemente con los nudillos: si suena hueco, probablemente está maduro. También puedes oler la base: un aroma dulce es buena señal.
Un cultivo con futuro
Con el cambio climático, el melón está encontrando nuevas oportunidades de cultivo incluso en zonas menos tradicionales. Además, la investigación agrícola trabaja en nuevas variedades resistentes a plagas y con mayor contenido en nutrientes. El objetivo: melones más sabrosos, sostenibles y saludables.
El compañero ideal de tus veranos
Así es el melón: humilde, generoso y delicioso. Cada verano vuelve a nuestras mesas para recordarnos que lo simple puede ser también lo extraordinario. Si aún no lo tienes en la nevera, es hora de darle un sitio. Porque hay pocas cosas que digan «verano» con tanta contundencia como un buen melón bien frío.