El Museo Carmen Thyssen Málaga ha inaugurado este lunes la nueva exposición temporal ‘Japón. Grabados y objetos de arte’ que podrá ser visitada hasta el próximo 23 de abril y en la que se reúne una selección de estampas ukiyo-e de los siglos XVIII y piezas de laca urushi de los principales artistas de la época pertenecientes a la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
La muestra ha sido inaugurada por el alcalde de Málaga y vicepresidente de la Fundación Palacio de Villalón, Francisco de la Torre; y la directora Artística del Museo, Lourdes Moreno; y ha contado con la presencia de la concejala de Cultura, Gemma del Corral; el embajador de Japón en España, Masashi Mizukami; y el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Javier Viar.
La directora Artística ha señalado que en 1858 Japón se abrió al exterior con la firma de los cinco tratados de Amistad, Comercio y Navegación con países occidentales. A partir de entonces «la fascinación fue mutua».
El arte occidental descubrió una manera distinta de representar el mundo, marcada por una forma de pensamiento diferente, una relación más cercana con la naturaleza y «una manera singular de comprender el tiempo».
Por su parte, el arte japonés influyó en las corrientes artísticas de finales de siglo, impresionistas y postimpresionistas, así como en el modernismo y en los primeros movimientos de las vanguardias del siglo XX.
La nueva exposición contiene obras de artistas sobresalientes del período Edo, adquiridas por el empresario José Palacio, y entre las que se encuentran un conjunto de estampas que reflejan la evolución de este arte y reúnen sus temas y artistas principales, como los popularmente conocidos Utamaro, Hiroshige y Hokusai, han detallado.
Para esta breve exposición, los temas seleccionados son la representación de la belleza femenina, el ocio, el paisaje, y algunas leyendas japonesas, en estampas realizadas por los autores más conocidos en su cultura y en el arte occidental, pertenecientes a la llamada cultura ukiyo –mundo flotante–.
La colección ejemplifica un tipo de coleccionismo exclusivo y selecto en su tiempo y es contemporánea al fenómeno europeo del japonismo, que generó no solo un apasionado interés por el arte japonés entre los coleccionistas, sino también una notable influencia en los grandes artistas europeos del momento, que la incorporaron a sus obras como una fuente de renovación y modernidad.
Palacio adquirió su colección, compuesta por más de 200 piezas, en París, y fue legada al Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1954. Mostró interés por los enseres cotidianos, decorados con extraordinaria delicadeza, como los guardamanos de las espadas japonesas –tsubas–, estuches de madera –inro–, que colgaban del cinturón del kimono y servían para guardar cosas diversas, junto a sus contrapesos tallados –netsuke– o los delicados objetos de laca urushi.
El período Edo, antiguo nombre de la ciudad de Tokio, comprende más de doscientos años (1615-1868). Fue una etapa dominada por la burguesía y un momento de expansión popular, donde sus costumbres y su ocio se convirtieron en protagonistas del grabado, siendo éste el medio de expresión más significativo.
La única imagen del conjunto perteneciente a la etapa Mejii, posterior al periodo Edo, y momento de la restauración imperial, es una parodia de un combate de lucha sumo realizada por Kyosai, autor muy reconocido en su tiempo, que destaca por su dibujo enérgico y gran dinamismo.’