Pepe Begines (Los Palacios y Villafranca, 1967) pudo ser pastelero pero, en lugar de trabajar en el obrador familiar, en 1986 se unió al grupo de música que su hermano Álvaro empezaba a formar con otros amigos y que acabaron llamando No Me Pises Que Llevo Chanclas. Pepe es el cantante y letrista de la banda, una de los más importantes del pop rock español en los noventa. Para comprarse su primera guitarra eléctrica recogía algodón en la marisma. “Puro Mississippi”, recuerda. Y puro agropop, el estilo que les define desde que publicaron su primer disco en 1989, difícil de definir pero fácil de reconocer en un costumbrismo desenfadado, espontáneo y orgulloso que plasman a ritmo de rock, pop, blues, reggae o flamenco. El éxito llegó enseguida impulsado por interminables giras. Entre 1989 y 2000 publicaron diez álbumes con los que ganaron discos de oro y platino. Incluían canciones inmortales como Mi torero tiene gafas, ¿Y tú de quién eres?, Bolillón o El canario. En 2002 se tomaron un descanso de casi siete años y al volver comprobaron que el cariño del público estaba intacto. En ese tiempo Pepe Begines desarrolló una carrera al margen de No Me Pises Que Llevo Chanclas, con varios discos en solitario y un musical flamenco. Este año “los Chanclas”, como se les conoce, cumplen 35 años, y con ellos el agropop. Lo celebran con una apretada agenda de directos, preparando un nuevo disco y, especialmente, lo harán el próximo 22 de noviembre en un concierto en Sevilla en el que les acompañarán amigos como Raimundo Amador y que esperan que sea memorable.
¿Siente que el humor ha eclipsado el valor musical de las canciones de No Me Pises Que Llevo Chanclas?
Si te das cuenta, todo lo que tiene buen humor se trata de manera peyorativa. ¿Les Luthiers saben tocar? Ya estoy curado de espanto pero siempre me ha parecido algo alucinante. Creo que aquí hay un control de calidad, no es chunda-chunda, bebe de costumbres populares, del entorno, porque no le voy a cantar a los rascacielos y al asfalto. Les canto a las uvas, las sandías, al campo, al perrillo que va con el campesino montado en la moto, a las tabernas. Hay gente que se sorprende de que toquemos bien, ¿y por qué no?
La comida está muy presente en sus letras, desde la sandía a la manteca colorá.
Son cosas de pueblo. La comida industrial se inventó en las ciudades. El campo es muy generoso, tengo naranjos que dan unas naranjas dulces como el caramelo, catorce olivos, dos limoneros, higueras. En muchas canciones hago un homenaje a lo gastronómico porque es lo que nos mantiene vivos, es muy importante porque implica compartir la vida.
Este año han recibido en Los Palacios el premio Tomate de Plata.
Se da a la gente que lucha por los tomates todo lo posible y por divulgar esta fruta tan rica de aquí. Lo que rompió el molde fue que hicimos El Tomate cantante, una canción que habla de los tratamientos transgénicos.
En 2009 comenzó la segunda etapa de No Me Pises Que Llevo Chanclas, ¿fue difícil retomar el grupo?
Estuvimos quince años a saco y en 2002 yo había empezado una gira por teatros con Kiko Veneno y tenía otras ideas para hacer cosas en solitario. De 2002 a 2009 no hicimos nada juntos. Mano Negra, nuestra primera compañía discográfica, nos preguntó si nos apetecía volver, fue el momento de recapitular y hacer un ERE. Nos juntamos la columna vertebral, Salvador Romero (bajista), Pepe Linero (batería), Álvaro Begines (guitarra) y yo a la voz. A partir de ahí no hemos parado más, fue un buen barbecho. Empezamos como un tren de vapor hasta que cogimos velocidad de crucero.
En los comienzos del grupo todo fue más rápido.
Fue como un Ferrari, de cero a cien en tres segundos por el boca a boca. Creo que aportamos un golpe de aire fresco porque trabajábamos mucho la improvisación, había connotaciones de flamenco, de rock y de todo un poco. Y todo con mucho desparpajo y muy poca vergüenza. Eso influyó en que la gente lo abrazase como algo nuevo después de la Movida.
Y triunfó el agropop. ¿Quién inventó el término?
En tiempos de Tony Manero en Los Palacios existía el hombre que se iba por la mañana a su parcela a trabajar y por la tarde, llegando el viernes o el sábado, se maqueaba, se ponía sus cuellos grandes, su fijador y se iba a la discoteca. Le decían “tú sí que eres agropop”. Cuando tuvimos que definir nuestro estilo nos pareció que le venía como anillo al dedo.
¿Sigue componiendo de una forma improvisada?
Componer en tiempo real es lo que me va y es como mi cerebro funciona mejor. También hay canciones que he escrito tranquilamente, pero me gusta lo de la espada y la pared. Me gusta ese frescor que tiene. Cuando todo está previsto, sincronizado, coreografiado, no me sabe tan bien, me gusta la carne fresca.
Pusieron en el mapa Los Palacios y también Conil, Dos Hermanas o Trebujena.
Hemos procurado hablar de nuestra comarca. Viajando por Andalucía me he hecho más andaluz todavía, soy casi nacionalista andaluz. Si me tengo que quedar con una comarca es Andalucía, soy andaluz al máximo.
¿Cuáles son sus lugares favoritos de Andalucía?
La costa de Cádiz. Acabé por comprarme un apartamentito en Cádiz capital, pequeño, lo barro en dos segundos, y sirve de cuartel general para ir a Vejer, Conil, Zahara, Tarifa, Barbate, y por supuesto para el otro lado, Chipiona, Sanlúcar. Huelva también tiene partes que me vuelven loco, y Jaén, Granada… Lo pienso y en todas las provincias hay pequeños templos en los que rezo cada año.
Llegaron a tocar en Japón, que está muy lejos como canta en la famosa canción, y también en América.
Tocamos en Argentina, Colombia, y yo estuve en Cuba. Al principio a todos los grupos los mandaban a Latinoamérica para hacer la promoción en persona, pero nosotros éramos nueve y la compañía se negaba a pagar nueve billetes de avión, comida, hoteles y no cuajó. Pero nuestras canciones tuvieron mucho éxito allí.
¿Hay alguna canción de su repertorio que disfruten especialmente cuando la tocan en directo?
Quizás Las calles de Chicago, por ser nuestro primer single. Habla de “esas calles de Chicago que yo tanto frecuento”, ¿dónde está la gracia? En aquel tiempo no había españoles por el mundo ni andaluces por el mundo, la gracia es que un andaluz frecuente las calles de Chicago. Podía haber ido una vez, pero que las frecuente… En pequeños detalles así es donde estaba nuestro humor, que en muchos casos era un drama. La tasquita de Triana es un drama. Habla de un hombre que quita a su hijo del colegio para trabajar en una taberna, cuando se podía quitar a los hijos del colegio para trabajar, que no queda tan lejos.
El retrato que hace de Chicago tampoco es muy gracioso.
De un modo surrealista y abstracto reflejaba lo que era la urbe de Chicago y el hambre que pasaban en los barrios marginales. El punto absurdo era querer poner una plaza de toros para alegrarle un poco la vida a esa pobre gente.
¿Qué continuidad tendrá el proyecto con Pablo Carbonell, Los Toreros con Chanclas?
Mi amigo Pablo y yo cada vez nos reímos más en los conciertos y cada vez salen mejor. Durante la pandemia hablábamos mucho y pensamos que no estaría mal unir Los Toreros Muertos y No Me Pises Que Llevo Chanclas, cada uno de su padre y de su madre pero con ciertos vínculos. Sobre todo por vivir experiencias nuevas, juntar los dos grupos a ver qué pasaba, tener un show juntos, nada más. Vivir con uve mayúscula.
Tiene que combinar esos conciertos con las extensas giras de No Me Pises Que Llevo Chanclas.
Tenemos que hacer la maleta cada dos o tres días. Ya no tenemos 18 años, tenemos que estar más concentrados que el Fairy para medir bien las fuerzas y echar toda la carne en el asador. Nos dá igual dónde toquemos, siempre lo echamos todo. Tengo que controlar las fuerzas porque no sé medirme. ▪