Playas singulares de Huelva donde pasar el mes de agosto

En el extremo suroeste de Andalucía, donde el Atlántico se vuelve rumor y el aire lleva sal y romero, Huelva guarda algunos de los secretos mejor protegidos del verano español. Si lo que buscas en agosto es huir de aglomeraciones, descubrir paisajes de película o bañarte en aguas que aún conservan el eco de lo natural, las playas singulares de Huelva son tu lugar.

Cuesta llegar, pero merece la pena: Cuesta Maneli

Entre Matalascañas y Mazagón se esconde Cuesta Maneli, una playa salvaje dentro del Parque Nacional de Doñana. Para acceder hay que recorrer una pasarela de madera de más de un kilómetro, que atraviesa pinares y dunas móviles. Pero al llegar, el esfuerzo se diluye ante un paisaje majestuoso: arena fina y dorada, acantilados fósiles, y un horizonte donde no hay chiringuitos, sino gaviotas. Es un lugar perfecto para quienes buscan desconexión, lectura tranquila y baños largos con el murmullo de Doñana como banda sonora.

El paraíso de los que caminan: playa del Asperillo

Justo al lado, la playa del Asperillo es un prodigio geológico. Sus acantilados, declarados monumento natural, muestran capas de arena petrificada que parecen talladas por el viento. La playa es extensa, abierta, sin construcciones a la vista. Se accede desde un sendero, lo que aleja el bullicio. Aquí, el paseo es casi meditativo, sobre todo al atardecer, cuando el sol incendia los acantilados y convierte el mar en una alfombra de cobre.

Donde termina la tierra: playa de Nueva Umbría

En el término de Lepe, la playa de Nueva Umbría se extiende como una lengua de arena entre el río Piedras y el mar. Solo se puede llegar en barco o tras caminar desde El Terrón, lo que la convierte en una de las más vírgenes de la costa. Su aislamiento la ha hecho popular entre quienes practican naturismo, pero también entre los que simplemente buscan mar, cielo y dunas sin interrupciones. En días despejados, se ven barcos a lo lejos y la línea de Portugal difuminándose al oeste.

Una playa con memoria: El Rompido y la Flecha

En Cartaya, el pueblo marinero de El Rompido se asoma a la ría del Piedras con su aire tranquilo y casas blancas. Frente a él, la llamada Flecha del Rompido —una lengua de arena que crece año tras año— ofrece una experiencia única: cruzar en barca desde el puerto hasta una playa que cambia cada verano. Es naturaleza en movimiento. La arena parece recién nacida, y los pinares detrás te recuerdan que aquí, todo es efímero. En esta playa se combina la tranquilidad con la emoción de estar en un lugar que no existía exactamente igual el verano anterior.

Islantilla y la sorpresa cultural

Aunque más conocida y urbanizada, Islantilla guarda un equilibrio singular. A pocos metros del paseo marítimo se celebran en agosto actividades culturales gratuitas: cine en la playa, conciertos al aire libre, exposiciones fotográficas. Además, los restaurantes cercanos no solo ofrecen pescado frito: puedes probar arroz con chocos, coquinas al ajillo o gambas blancas de Huelva, que parecen recién salidas del mar.

El arte de perderse

Huelva no presume tanto como Cádiz ni explota su encanto como Málaga, y tal vez por eso resulta tan cautivadora. Agosto, ese mes de multitudes y prisas, puede vivirse de otra forma si eliges estas playas. Aquí no hay colas de hamacas ni ruido de discotecas. Solo pasos sobre la arena, viento entre los pinos y mareas que lo transforman todo, como en los mejores veranos de la infancia.

Porque a veces, lo más singular no es lo nuevo, sino lo que permanece intacto. Y en Huelva, todavía hay playas que resisten.

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