El pollo al horno es uno de esos platos que nunca decepcionan. Económico, versátil y cargado de sabor, se ha ganado un hueco en las mesas familiares de todo el mundo. Lo mejor de esta preparación es su flexibilidad: con verduras, especias o salsas, el pollo al horno permite infinitas variaciones que se adaptan tanto a la cocina diaria como a una comida especial.
En este reportaje recorremos cinco recetas irresistibles con ingredientes sencillos y mucho sabor para que en casa todos se chupen los dedos.
Pollo al horno con limón y hierbas mediterránea
Una de las versiones más frescas y aromáticas. El pollo entero se adereza con zumo de limón, rodajas de este cítrico, ajo y un puñado de hierbas: tomillo, romero y orégano. El truco es introducir dentro del ave algunos trozos de limón y ajo entero para que el aroma impregne la carne desde dentro.
Se hornea a 180 grados durante una hora y media, bañando de vez en cuando con su propio jugo. El resultado: una carne tierna, jugosa y con una piel crujiente y dorada. Ideal para acompañar con patatas panaderas o una ensalada ligera.
Muslos de pollo con verduras de temporada
Más práctico que asar un pollo entero, esta receta apuesta por muslos y contramuslos, perfectos para repartir. En la bandeja se colocan verduras al gusto: zanahorias, calabacín, cebolla roja, pimientos y calabaza.
El aliño lleva aceite de oliva, pimentón dulce, un poco de miel y salsa de soja. Se mezcla todo y se hornea a 200 grados durante unos 45 minutos. Así, el pollo queda caramelizado y las verduras adquieren un sabor intenso, ligeramente dulce y salado al mismo tiempo.
Pollo al horno con vino blanco y champiñones
Clásico entre los clásicos, el vino blanco es un aliado perfecto para el pollo. En esta receta se utilizan pechugas o muslos deshuesados, que se colocan en una fuente junto con champiñones laminados, cebolla y unas hojas de laurel.
Se riega con un vaso generoso de vino blanco seco, un chorrito de aceite de oliva y se hornea durante 40 minutos a 190 grados. El alcohol se evapora y queda una salsa delicada, llena de matices, que combina a la perfección con arroz blanco o couscous.
Pollo asado con mostaza y miel
Para quienes disfrutan de sabores intensos, esta receta es un acierto. Se prepara una mezcla con tres cucharadas de mostaza de Dijon, dos de miel, un diente de ajo picado y un poco de pimienta negra. Se embadurna bien el pollo, preferiblemente muslos o alas, y se deja reposar media hora antes de hornear.
Se cocina a 200 grados durante 35-40 minutos, hasta que la piel quede dorada y caramelizada. El contraste entre el punto picante de la mostaza y el dulzor de la miel convierte este plato en uno de los más irresistibles.
Pollo al horno estilo oriental con jengibre y sésamo
Inspirado en la cocina asiática, este plato aporta frescura y un punto exótico. La marinada se hace con salsa de soja, jengibre fresco rallado, ajo, aceite de sésamo y un toque de lima. Se deja macerar el pollo al menos una hora en la nevera.
En el horno, se cocina a 190 grados durante 40-45 minutos, hasta que la carne esté tierna y la superficie ligeramente glaseada. Se espolvorea con semillas de sésamo tostado y se acompaña con arroz basmati o verduras salteadas.
El secreto está en los pequeños detalles
El pollo al horno no tiene misterio, pero sí secretos que marcan la diferencia. Marinar unas horas antes, regar la carne con su jugo durante el horneado o añadir un fondo de vino o caldo en la bandeja consiguen resultados espectaculares.
Con estas cinco recetas, se demuestra que el pollo al horno es mucho más que un plato de domingo: es una auténtica fiesta de sabores que siempre invita a repetir.