Un pescado bien cocinado es un placer en sí mismo, pero cuando se acompaña con la salsa adecuada, su sabor se eleva a otro nivel. Las salsas aportan matices, frescura y texturas que transforman la experiencia gastronómica. Desde las más clásicas hasta las de inspiración moderna, preparar en casa un aderezo de calidad no es complicado y permite personalizarlo al gusto. A continuación, proponemos cinco salsas de primer nivel, fáciles de elaborar y perfectas para acompañar distintos tipos de pescado, ya sea al horno, a la plancha o al vapor.
Salsa holandesa, la reina de la elegancia
Originaria de la cocina francesa, la salsa holandesa es una emulsión tibia a base de yema de huevo, mantequilla clarificada y un toque de zumo de limón. Su textura sedosa y sabor delicado combinan de maravilla con pescados blancos como la merluza, el lenguado o la lubina. Para prepararla, se baten tres yemas con unas gotas de agua al baño maría, añadiendo lentamente 150 gramos de mantequilla derretida, sin dejar de batir, hasta conseguir una crema espesa. Se termina con unas gotas de limón, sal y pimienta blanca. Es ideal servirla de inmediato para mantener su consistencia.
Salsa verde, frescura atlántica
Muy popular en la cocina española, especialmente en Galicia y el País Vasco, la salsa verde realza pescados como la merluza o el bacalao. Su base es sencilla: aceite de oliva virgen extra, ajo, perejil fresco y, en ocasiones, un poco de fumet de pescado. En una sartén, se sofríen dos dientes de ajo picados en cuatro cucharadas de aceite, se añade abundante perejil picado y medio vaso de caldo, dejando que espese ligeramente. Esta salsa aporta un aroma fresco y herbal que equilibra el sabor del pescado.
Salsa tártara, la aliada de los pescados fritos
La salsa tártara, de inspiración francesa, es un clásico para acompañar pescados rebozados o fritos, como el bacalao o las gambas. Se elabora partiendo de una mayonesa casera, a la que se añaden pepinillos, alcaparras, cebolla o cebolleta y perejil, todo muy finamente picado. Para un toque más cítrico, se puede incorporar un chorrito de zumo de limón. Su textura cremosa y su sabor intenso contrastan de manera deliciosa con la crujiente superficie del pescado frito.
Salsa de mantequilla y alcaparras, estilo meunière
Inspirada en la cocina francesa, la salsa meunière combina mantequilla dorada, alcaparras y zumo de limón, aportando un sabor ácido y mantecoso que realza pescados blancos y mariscos. Para hacerla, se derrite mantequilla en una sartén hasta que adquiera un color avellana, se añaden unas cucharadas de alcaparras y se finaliza con un chorro de limón. Es perfecta para platos sencillos, como un filete de lenguado a la plancha, ya que aporta complejidad sin robar protagonismo al pescado.
Salsa de yogur y eneldo, toque nórdico
Ligera, fresca y muy versátil, esta salsa es típica de las cocinas escandinavas y marida especialmente bien con salmón y trucha. Se mezcla un yogur natural cremoso con eneldo fresco picado, un poco de mostaza de Dijon, sal, pimienta y unas gotas de limón. Es una opción rápida que no requiere cocción y que aporta un contraste refrescante frente a la untuosidad del pescado graso.
El secreto está en la armonía
La clave de una buena salsa para pescado reside en no opacar su sabor principal, sino complementarlo. Elegir ingredientes frescos, controlar la acidez y la untuosidad, y servirla a la temperatura adecuada son pasos esenciales para lograr un resultado digno de un restaurante, pero hecho en casa. Con estas cinco propuestas, cualquier aficionado a la cocina puede dar un salto de calidad en sus platos marinos y sorprender a sus comensales sin grandes complicaciones.