El verano invita a escapar, y qué mejor manera de hacerlo que perderse en una isla. El solo nombre evoca horizontes sin límites, playas vírgenes, atardeceres intensos y una conexión directa con la naturaleza y con uno mismo. Desde rincones mediterráneos hasta joyas ocultas del Pacífico, estas seis islas del mundo rebosan encanto, cultura y paisajes inolvidables.
▶ Gozo, la hermana mágica de Malta
Gozo, a solo 25 minutos en ferry de Malta, parece haber detenido el tiempo. Más verde y tranquila que su vecina mayor, esta isla es perfecta para quienes buscan autenticidad. Sus templos megalíticos, son más antiguos que las pirámides. Sus calas, como la de Ramla Bay, sorprenden con arenas rojizas y aguas cristalinas. Además, Gozo es el lugar ideal para el buceo y el senderismo entre acantilados de piedra caliza.
▶ São Jorge, el secreto mejor guardado de las Azores
Entre montañas verdes y el océano Atlántico, São Jorge se alza como la isla más dramática del archipiélago portugués. Famosa por sus “fajãs”, llanuras volcánicas al borde del mar, es un destino perfecto para los amantes de la naturaleza salvaje. No hay masificación turística, pero sí una gastronomía exquisita —como su emblemático queso curado— y miradores que cortan la respiración.
▶ Koh Yao Noi, la Tailandia que ya no esperabas encontrar
A medio camino entre Phuket y Krabi, Koh Yao Noi parece haber resistido el turismo de masas. Aquí, el ritmo lo marca el sonido de los gallos, los bueyes arando campos de arroz y el murmullo de las olas. Las playas son sencillas pero bellas, y lo que enamora es la armonía entre los habitantes, la naturaleza y el viajero. Perfecta para quienes buscan calma, masajes tailandeses y amaneceres en barca entre islotes de piedra caliza.
▶ Ischia, el lado volcánico del paraíso italiano
Más discreta que Capri, Ischia es la joya volcánica del golfo de Nápoles. Sus termas naturales han sido famosas desde tiempos romanos, y su vegetación exuberante convive con castillos medievales, playas de arena negra y pequeños pueblos con encanto. Forio, Sant’Angelo o el jardín La Mortella son paradas obligadas para saborear la esencia italiana sin agobios.
▶ Yakushima, donde el bosque toca el alma
En el sur de Japón se esconde Yakushima, una isla declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que parece salida de un cuento. Su espeso bosque de cedros milenarios, entre ellos el Sugi —posiblemente el árbol más antiguo de Japón—, sirvió de inspiración para la película La princesa Mononoke. Es un destino para aventureros, donde la lluvia es constante, pero también lo es la sensación de conexión con la tierra.
▶ Culebra, la joya escondida de Puerto Rico
Frente a la costa este de Puerto Rico, Culebra permanece ajena al ritmo frenético del turismo del Caribe. Aquí no hay grandes resorts, pero sí una de las playas más espectaculares del mundo: Flamenco Beach, de arena blanca como la harina y aguas turquesas. La isla es pequeña, pero rebosa color, coral y vida marina. Ideal para relajarse con un coco en la mano, hacer snorkel o recorrerla en bicicleta.
Islas que se sienten, no se visitan
Cada una de estas islas ofrece algo más que sol y playa: ofrecen alma. Este verano, la invitación está sobre la mesa: cambiar el continente por la insularidad, lo cotidiano por lo singular. Porque hay viajes que no se hacen con los pies, sino con el corazón. Y estas islas tienen el poder de hacerlo latir más fuerte.