• Frigiliana (Andalucía): el blanco más puro de la comarca de la Axarquía
Si hay un pueblo que resume la esencia del sur, ese es Frigiliana. A solo unos kilómetros del Mediterráneo, este rincón de la provincia de Málaga es un mosaico de casas encaladas, calles estrechas y empedradas, y puertas azules adornadas con macetas rebosantes de geranios. Su casco antiguo, de herencia morisca, está considerado uno de los mejor conservados de Andalucía. Pasear por Frigiliana es sumergirse en un laberinto blanco que desciende hacia el mar, con miradores naturales que regalan vistas infinitas a la Sierra Almijara. Y para el paladar, el vino dulce de la zona y la miel de caña son una parada obligatoria.
• Albarracín (Aragón): una postal medieval teñida de rojo
Situado en la provincia de Teruel, Albarracín es un pueblo que parece sacado de un cuento. Sus casas de tonos rojizos, suspendidas sobre el barranco del río Guadalaviar, crean una imagen única e inolvidable. Declarado Monumento Nacional, su muralla defensiva y su casco histórico invitan a perderse sin prisa. En primavera, la vegetación que rodea el pueblo estalla en verdes intensos, mientras el silencio de sus calles empedradas envuelve al visitante en un viaje al pasado. Albarracín es también un paraíso para los amantes del senderismo y la escalada, gracias a sus formaciones rocosas.
• Cudillero (Asturias): el anfiteatro colorido junto al Mar Cantábrico
Cudillero es uno de esos lugares que sorprenden nada más llegar. Las casas, pintadas de mil colores, se escalonan sobre la ladera como un anfiteatro natural que abraza el puerto pesquero. Cada rincón de este pequeño pueblo asturiano respira tradición marinera y autenticidad. En primavera, sus calles se llenan de vida y es el momento perfecto para saborear el pescado fresco en una terraza al borde del mar. Perderse por sus cuestas es descubrir miradores secretos desde donde el Cantábrico se muestra en todo su esplendor.
• Santillana del Mar (Cantabria): la villa de las tres mentiras
Ni es santa, ni es llana, ni tiene mar, pero Santillana del Mar es una de las joyas medievales más visitadas de Cantabria. Su casco antiguo, con calles empedradas y casonas blasonadas, parece detenido en el tiempo. La Colegiata de Santa Juliana y sus claustros románicos son una visita imprescindible. Además, muy cerca se encuentran las famosas Cuevas de Altamira, conocidas como la «Capilla Sixtina del arte rupestre». Un lugar donde la historia y el arte prehistórico se dan la mano.
• Aínsa (Huesca): un balcón al Pirineo con alma medieval
En el corazón del Pirineo aragonés, Aínsa se alza sobre la confluencia de los ríos Cinca y Ara. Su impresionante plaza mayor empedrada, las callejuelas de piedra y su castillo convierten a este pueblo en un lugar lleno de magnetismo. Declarado Conjunto Histórico-Artístico, su casco antiguo es uno de los mejor conservados de Aragón.La primavera es el mejor momento para visitar Aínsa y disfrutar de la naturaleza que lo rodea: el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ofrece excursiones inolvidables entre valles y cumbres. Sin duda un lugar inolvidable.
• Cadaqués (Girona): la perla blanca del Mediterráneo
Situado en la costa del Cap de Creus, Cadaqués es un pequeño refugio de pescadores que cautivó a artistas como Salvador Dalí. Sus casas blancas con detalles azulados, sus calas de aguas cristalinas y su aire bohemio crean un ambiente único. Pasear por su casco antiguo es respirar arte y mar a partes iguales. La casa-museo de Dalí en Portlligat y las rutas por el parque natural de Cap de Creus hacen de Cadaqués un destino ideal para quienes buscan inspiración.
• Valverde de los Arroyos (Guadalajara): la magia de la arquitectura
En el corazón de la Sierra de Ayllón, Valverde de los Arroyos es un ejemplo perfecto de la llamada arquitectura negra, en la que la pizarra es la gran protagonista. Sus casas de piedra oscura contrastan con los prados verdes y el cielo limpio de esta zona de Guadalajara.La primavera llena el entorno de flores silvestres y ofrece la oportunidad de visitar la cercana Chorrera de Despeñalagua, una impresionante cascada que alcanza su máximo esplendor en esta época del año.