Con la llegada del calor, el cuerpo pide frescura y ligereza. Y no hay nada más reconfortante que una buena sopa fría: platos sencillos, llenos de sabor, color y tradición. Desde el clásico gazpacho andaluz hasta creaciones contemporáneas con frutas, estas recetas son mucho más que un alivio térmico: son un festín para el paladar y una forma deliciosa de cuidar la salud. Aquí te presentamos un recorrido por las sopas frías más populares y algunas sorpresas que merece la pena probar.
Gazpacho, el clásico que no falla
Si hay una reina indiscutible del verano español, esa es el gazpacho. Esta sopa fría, nacida en el corazón de Andalucía, ha traspasado fronteras gracias a su sencillez y potencia nutritiva. A base de tomate, pimiento, pepino, ajo, pan, aceite de oliva y vinagre, el gazpacho es una explosión de frescor que hidrata, nutre y estimula los sentidos.
Hoy día, es común encontrar versiones más modernas: con fresas, sandía, remolacha o incluso mango. Estos giros afrutados no solo le aportan un toque exótico, sino que permiten jugar con los colores y texturas para sorprender tanto en casa como en los menús de verano más innovadores.
Salmorejo, cremoso y contundente
Prima hermana del gazpacho, pero con personalidad propia, el salmorejo cordobés es otro imprescindible. Con menos ingredientes pero más intensidad, esta crema espesa de tomate, pan, ajo, aceite y sal, servida bien fría y coronada con jamón y huevo duro, es una auténtica delicia que combina sencillez con contundencia.
Su textura densa lo convierte en un plato saciante, ideal como entrante o incluso como plato único. Algunas variantes actuales lo combinan con aguacate, manzana verde o frutos secos, suavizando su carácter sin perder su esencia.
Ajoblanco, el sabor de la almendra
Menos conocido fuera de Andalucía, pero no por ello menos exquisito, el ajoblanco es una de las joyas más antiguas de la cocina del sur. Elaborado a partir de almendras crudas, ajo, pan, agua, aceite y vinagre, su sabor es delicado, suave y sorprendente. Tradicionalmente se acompaña de uvas o melón, lo que le da un contrapunto dulce irresistible.
Esta sopa fría tiene un encanto rústico y elegante al mismo tiempo, perfecta para quienes buscan algo diferente pero con historia. Además, es una excelente opción para dietas veganas y sin gluten, si se adapta ligeramente.
Vichyssoise, el toque francés en la mesa
Aunque de origen discutido —algunos apuntan a Nueva York, otros a Francia—, la vichyssoise es una crema fría de puerro, patata, nata y caldo suave, que se sirve bien refrigerada. Su textura aterciopelada y su sabor delicado la convierten en una opción refinada y diferente, ideal para cenas ligeras o como primer plato en ocasiones especiales.
En versiones más ligeras, se puede sustituir la nata por yogur o leche vegetal, sin perder esa sensación reconfortante que tanto la caracteriza.
Sopas frías con frutas: innovación y frescura
Más allá de las recetas tradicionales, las sopas frías con base de frutas están ganando terreno en los hogares y restaurantes. Sandía, melón, mango o cerezas se mezclan con hierbas aromáticas, toques cítricos y un buen aceite de oliva virgen extra para crear platos refrescantes, sofisticados y muy saludables.
Una sopa fría de pepino y yogur con menta, por ejemplo, puede convertirse en el aperitivo estrella de una comida veraniega. O un gazpacho de cerezas con queso fresco y albahaca puede ser el broche perfecto para una cena ligera.
La sopa fría, una aliada para el próximo verano
Más allá de su sabor, las sopas frías son una excelente fuente de hidratación, vitaminas y antioxidantes. Preparadas con ingredientes de temporada, frescos y locales, se convierten en una alternativa económica, sostenible y versátil. Y lo mejor: permiten prepararlas con antelación y conservarlas en la nevera, listas para servir en cualquier momento.