La costa amalfitana, al sur de Italia, es uno de esos lugares que parecen extraídos de un sueño mediterráneo: acantilados que se desploman sobre aguas turquesa, pueblos de casas pastel suspendidas en las laderas, y un aroma constante a limón, sal y albahaca. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997, esta franja costera de unos 50 kilómetros ofrece una de las experiencias más sensoriales del verano europeo. Aquí proponemos un recorrido por sus joyas menos obvias, pero absolutamente irresistibles.
Atrani, el pueblo secreto
Mientras Positano y Amalfi rebosan de turistas, Atrani, a solo cinco minutos andando de Amalfi, permanece tranquilo y casi escondido. Es el pueblo más pequeño del sur de Italia, pero también uno de los más auténticos. Sus callejuelas estrechas, sus escaleras empinadas y su plaza central con cafés bajo los arcos ofrecen un refugio perfecto para quienes buscan la esencia intacta de la región. Bañarse en su pequeña playa, rodeada de barcas de pescadores, es como entrar en una postal de los años cincuenta.
Ravello, el balcón de la eternidad
Elevado a 365 metros sobre el mar, Ravello no tiene playa, pero sí una de las vistas más impactantes del Mediterráneo. Su atmósfera refinada ha seducido a artistas, músicos y escritores durante siglos. Wagner compuso aquí parte de Parsifal, y hoy la música clásica sigue sonando en los jardines de la Villa Rufolo, con vistas suspendidas sobre el abismo azul. Caminar al atardecer por la Villa Cimbrone y llegar hasta su “terraza del infinito” es una experiencia que roza lo místico.
Praiano, la belleza sin multitude
Entre Positano y Amalfi, Praiano se presenta como una opción más serena y auténtica. Sus escalinatas infinitas conducen a calas escondidas como la Marina di Praia, una pequeña bahía entre acantilados coronada por una torre sarracena. En Praiano también se encuentra uno de los mejores bares al atardecer de toda la costa: el Africana Famous Club, que parece una gruta secreta entre las rocas. Aquí, con un spritz en la mano, se puede ver el sol hundirse en el Tirreno mientras suena música suave.
Fiordo di furore, el misterio vertical
Uno de los lugares más singulares de la costa es el Fiordo di Furore, una estrecha garganta natural donde el mar entra como una lengua hasta formar una pequeña playa resguardada bajo un puente de piedra. Es una rareza geológica y un refugio perfecto para nadar en aguas esmeralda rodeadas de paredes verticales. En verano, algunos valientes saltan desde el puente durante competiciones de clavados. El fiordo guarda también una historia de amor y tragedia ligada a la actriz Anna Magnani, que pasaba allí sus veranos.
Vietri sul mare, la puerta de entrada y la cerámic
Quien entra a la costa amalfitana desde Salerno, lo hace a través de Vietri sul Mare, un pueblo alegre y colorido, célebre por su cerámica artesanal. Fachadas, bancos, fuentes y hasta los tejados relucen con azulejos pintados a mano en tonos cítricos y marinos. Visitar los talleres locales es una fiesta para los sentidos, y la playa de La Baia, amplia y de aguas tranquilas, es ideal para pasar un día entero entre baños y limoncellos.
Un verano en clave italiana
La costa amalfitana no es solo un lugar: es un estado del alma. Cada curva de la carretera, cada callejón florido, cada plato de pasta con mariscos parece pensado para detener el tiempo. Y aunque en temporada alta puede resultar bulliciosa, siempre hay un rincón secreto donde descubrir la magia intacta del sur de Italia. Basta con mirar el mar, cerrar los ojos, y dejarse llevar.