Uva: el fruto que conquistó la mesa y la copa

La uva, ese racimo de pequeños frutos redondeados, es mucho más que un símbolo de celebración en la medianoche del 31 de diciembre. Su historia se entrelaza con la de la humanidad, desde los primeros cultivos en Mesopotamia hasta los viñedos actuales que definen la gastronomía y la cultura mediterránea. España, tierra de sol y de tradición vitivinícola, es uno de los mayores productores mundiales, con variedades que han marcado identidad y territorio.

De dónde vienen las uvas

Los orígenes de la vid se remontan a más de 7.000 años en regiones del Cáucaso, entre lo que hoy es Georgia, Armenia y Turquía. Desde allí, la planta se expandió hacia Egipto y Grecia, donde adquirió un fuerte carácter simbólico ligado al vino y a los dioses. Roma la llevó por toda Europa, y con la expansión colonial, la vid cruzó océanos para arraigar en América y otros continentes.

Hoy, la uva es el fruto más cultivado del planeta después del plátano y la sandía. Su uso no se limita al vino: se consume fresca, seca en forma de pasas, en zumos, en vinagres e incluso en cosmética, gracias a sus propiedades antioxidantes.

Tipos de uva en el mundo

Existen miles de variedades de uva, aunque solo unas pocas concentran la mayor parte de la producción mundial. La uva de mesa y la uva vinífera son las dos grandes familias. Dentro de la segunda, cada país ha desarrollado cepas emblemáticas: Francia con su cabernet sauvignon y pinot noir, Italia con la sangiovese, Alemania con la riesling, o Argentina y Chile con la malbec y la carménère.

España, tierra de viñedos

España presume de ser el país con mayor superficie de viñedo del mundo, con más de 900.000 hectáreas. Sus climas diversos, desde el atlántico hasta el mediterráneo y el continental, permiten cultivar una gran riqueza de variedades.

Entre las uvas tintas más destacadas se encuentran: tempranillo, garnacha, monastrell o mencía. Y entre las blancas, la airén, el albariño, el verdejo y el godello, cada una asociada a zonas concretas que les dan identidad.

Andalucía y el arte del vino dulce

Andalucía ocupa un lugar especial en el mapa vitivinícola español. Con climas soleados y suelos de gran personalidad, la región se ha convertido en sinónimo de vinos generosos y dulces. La palomino fino reina en el Marco de Jerez, dando origen a finos, manzanillas, olorosos y amontillados que han conquistado mercados internacionales.

La pedro ximénez, por su parte, es la base de algunos de los vinos más dulces y aterciopelados del mundo, elaborados con uvas pasificadas al sol. Córdoba y Málaga han convertido esta variedad en un sello de identidad, con vinos que son auténticas joyas de la enología.

Málaga, tierra de pasas y moscateles

En Málaga, la uva ha sido durante siglos motor económico y cultural. La moscatel de Alejandría, cultivada en la Axarquía y en la costa occidental, es la gran protagonista. De ella nacen tanto vinos dulces naturales como la famosa pasa malagueña, reconocida con Denominación de Origen y Patrimonio Agrícola Mundial por la FAO.

Los racimos se extienden sobre paseros al sol, en un método artesanal que apenas ha cambiado con el tiempo. El resultado son pasas de sabor intenso, dulces y con un toque mediterráneo inconfundible. Estas pasas han viajado desde los puertos malagueños hasta los mercados de media Europa, y hoy siguen siendo un producto gourmet de gran prestigio.

La ciudad de Málaga, además, ha sabido mantener la tradición vinícola en bodegas históricas como Antigua Casa de Guardia, donde se pueden degustar directamente de la barrica los moscateles y pedro ximénez que han dado fama a la región.

La uva de mesa también tiene nombre propio

Aunque el vino acapara protagonismo, España también destaca en el cultivo de uva de mesa. La más famosa es la uva del Vinalopó, en Alicante, protegida con Denominación de Origen. Es la que acompaña a los españoles en Nochevieja, gracias a su dulzor, piel fina y la tradición de cubrirse con papel para protegerla en la maduración.

Otras variedades como la moscatel, además de servir para pasas y vinos, se disfrutan frescas en la mesa, convirtiéndose en un clásico del verano.

Un fruto cargado de simbolismo y salud

Más allá de su versatilidad gastronómica, la uva ha sido símbolo de fertilidad, prosperidad y alegría en múltiples culturas. Sus propiedades nutricionales son igualmente notables: contiene vitaminas del grupo B y C, minerales como potasio y magnesio, y compuestos antioxidantes como los polifenoles y el famoso resveratrol, que se asocian con beneficios cardiovasculares.

Uvas para brindar y para disfrutar

En la mesa, la uva fresca sigue siendo un postre sencillo y saludable. En la bodega, es el punto de partida de algunos de los vinos más celebrados del mundo. Y en la tradición popular, cada Nochevieja, millones de españoles confían en que doce uvas puedan atraer la suerte durante los doce meses siguientes.

La uva es, en definitiva, una fruta universal: tan humilde que cabe en la palma de la mano, y tan poderosa que ha inspirado a civilizaciones enteras.

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