Varsovia Valencia (Meliá Valencia. Avinguda de les Corts Valencianes, 52), la coctelería tras la cual se encuentran el bartender Borja Cortina y sus socios Guillermo Rodríguez, Rubén Nomparte y José Antonio Cortina, se ha colado entre los mejores restaurantes y bares del mundo gracias a su interiorismo, obra de Taller Pastor, al frente del cual se encuentra el diseñador de interiores, diseñador gráfico e ilustrador Pelayo Pastor.
Ha sido en los prestigiosos Restaurant and Bar Design Awards, el concurso de diseño más importante e influyente para espacios de alimentos y bebidas a nivel mundial, que reconoce cada año los más creativos del mundo.
Si bien el premio de diseño dentro de la categoría “Hotel” (región Europa) a la que optaba el local valenciano finalmente se ha ido a Milán, Varsovia Valencia puede presumir de haberse situado entre los mejores locales del mundo.
Varsovia Valencia, con un interiorismo firmado por Taller Pastor, es uno de los últimos locales de la “familia Varsovia” y desde su llegada a comienzos del verano de 2022 se ha convertido en un auténtico must donde disfrutar de la mejor coctelería y el ambiente más cool de la ciudad Mediterránea.
En lo estético, este sofisticado oasis urbano se inspira en el estilo art decó que da lugar a un atractivo punto de encuentro donde el terciopelo, los tonos dorados, rosas y negros, junto con las formas geométricas envuelven a la clientela en una atmósfera sumamente confortable para que puedan vivir una experiencia fascinante en cada visita.
Interiorismo a cargo de Taller Pastor
Detrás de Taller Pastor se encuentra el asturiano Pelayo Pastor que, desde hace más de una década, se dedica profesionalmente al diseño gráfico, la ilustración y el diseño de bares y restaurantes.
No le gusta hacer viviendas privadas porque eso atañe más a la psicología -dice-, y él se siente más cómodo con la sociología: prefiere enfrentarse a los grupos que a los individuos.
Entre sus trabajos de diseño de interiores destacan algunos como las coctelerías Varsovia (Gijón) y Varsovia Valencia, el bar restaurante Mimo (Breckeridge, Colorado, EE.UU.) o El Palace (Gijón), que abrió sus puertas hace unos meses y que combina la coctelería firmada por Varsovia con la gastronomía dirigida por el prestigioso chef Ricardo Sotres.
Dice Pastor que, por no ser un interiorista canónicamente formado (es licenciado en Filología Hispánica) pero sí un profesional muy interesado en la sociología y en la experiencia de usuario, sus trabajos siempre tienen detrás mucha reflexión y referencias culturales que apelan al público objetivo: “a veces estas son visualmente inapreciables pero están ahí, argumentadas concienzudamente”.
El proyecto en primera persona
Cuando abordamos el proyecto de Varsovia Valencia en Taller Pastor nos encontramos un inmenso local en planta baja, con techos relativamente bajos, y ubicado en el hotel más alto de Valencia. Un Meliá que además estaba siendo reformado con un lobby de techos altísimos y elegante diseño “internacional”. Nosotros veníamos de nuestro sinuoso local en Gijón, lleno de historia, en un edificio Art Nouveau lleno de encanto que mira al mar Cantábrico. El desembarco de Varsovia en Valencia tenía que compartir la esencia del local “madre” pero jugábamos con unas cartas muy diferentes: mucho espacio y un local en un edificio mucho más aséptico.
Tras unos cuantos viajes desde Gijón a Valencia y muchos paseos por la ciudad mediterránea, claramente vimos que ambas tienen multitud de edificios con gran interés arquitectónico de principio del siglo pasado. En las dos hay bastante Art Nouveau y también Art Decó. Pero lo vimos claro: una coctelería en el hotel más alto de Valencia -para nosotros casi un rascacielos- tenía que ser Art Déco. Gijón Nouveau y Valencia Déco.
Al comienzo del proyecto dibujé -dice Pelayo Pastor- incluso la parte alta del teatro Rialto de Valencia, que es donde está la torre y esa visera aerodinámica tan propia de ese estilo y que recorta el cielo de una forma tan geométrica. Es curioso lo diferente que es el cielo del Mediterráneo respecto al del Cantábrico. La luz valenciana es blanca y lo inunda todo y la del norte es negra (como decía Chillida) y nos da colores más fríos, más intensos.
Con estos mimbres y con la idea de que en el local había de mostrar la cantidad de licores y destilados que atesora (como sucede también en Gijón y que supone una de las señas de identidad de la casa), nos lanzamos a proyectar un local donde las estanterías dejasen ver las referencias y, además, ayudasen a vestir las paredes del local.
Y también decidimos que los muebles serían bajos, para luchar contra ese techo no excesivamente alto, así como que la barra sería larga e imponente.
El rosa, el dorado y el negro como paleta de color y el terciopelo, hierro y mármol como materiales. Además, un papel pintado, diseñado ex profeso imitando una textura de terciopelo que, dentro del riesgo estético que suponía, pretendía conseguir equilibrio, elegancia y huir de lo kistch. Los proveedores fueron fundamentales. Concretamente IPrint (Gijón) que hizo los trabajos de impresión de papel y de forja y de Natural Stone para el mármol.
La iluminación indirecta procede de los propios botelleros y de apliques en pared para generar las sombras que proyectan las formas redondeadas de los muebles, por eso del Déco streamline, le dieron al local un toque de boîte setentera en donde un punto kistch terminó aflorando.
Para este proyecto, la arquitectura fue el punto inicial de unión entre Gijón y Valencia. Por eso hay colgadas una ilustración de la estación de Alsa de la primera y otra del cine Rialto de la segunda. Dos edificios Déco que se dan la mano e inspiran todo el concepto decorativo de este local.
Es bueno siempre partir de una idea y que el proceso nos lleve a un lugar diferente del planteado. El descubrimiento siempre es azaroso. Y eso es lo que da personalidad a las cosas. Además, si se hubiese quedado en un local elegante simplemente adolecería de personalidad. Es el límite entre el riesgo y el aburrimiento lo que hace las cosas interesantes.
Tengo una manera personal de trabajar y es que no dibujo sobre el papel la obra y luego ejecuto, sino que voy cambiando muchas cosas. Algunas, sustanciales. Hay otros maravillosos interioristas más metódicos, pero conmigo siempre se vive con cierta incertidumbre. Eso sí, nunca me tomo un trabajo como solo un trabajo.