Chefs, jefas de sala, sumillers, bartenders… La mujer ya ocupa todos los estamentos en el sector de la hostelería
El sector hostelero es uno de los más heterogéneos y con más salidas profesionales en el que se puede trabajar hoy en día. Sacrificado, sí, pero satisfactorio a muchos niveles. Quizá sea una de las razones por las que, en décadas pasadas, la hostelería era un trabajo más enfocado al hombre.
Sin embargo, con el paso de los años, y una lucha incesante por profesionalizarse y hacerse notar, las mujeres han consigo abrir un hueco cada vez más notorio en este sector. Hoy podemos encontrarlas en puestos de verdadera relevancia, puestos de una profesionalización necesaria, y desempeñando papeles en primera línea.
Uno de estos nombres propios es el de Andrea Martos, quien lleva más de diez años trabajando en hostelería. Comenzando como camarera, y combinando el trabajo con sus estudios de Turismo, consiguió una formación completamente autodidacta en el sector, lo que le llevo a convertirse en jefa de sala cuando decidió emprender el proyecto de restaurante Beluga, junto al chef Diego René.
En su día a día a Andrea le toca “gestionar una plantilla de doce personas con sus doce vidas. Hablo con proveedores, hago inventario y trato de hacer de coach. Esto es mantener al equipo motivado, enseñarles a preparar bien un servicio y a que tengan ambición.”, comenta Andrea. Además, su pasión por el mundo del vino le ha hecho plantearse la posibilidad de seguir formándose en bodega, “me encantaría acabar siendo sumiller algún día”.
Otro nombre propio, este vez muy relacionado a la gastronomía líquida, es el de Sandra Beceiro, bartender profesional en Tonka Cocktail bar, quien comenzó trabajando como extra en los eventos del hotel NH en Málaga, donde ahora lleva ya 15 años.
Este trabajo siempre lo compatibilizó con su amor por la coctelería y, de la mano de Hugo Díez, maestro coctelero, comenzó a formarse en la gastronomía líquida. Esto le llevo a conseguir el titulo en coctelería avanzada, y tras años de experiencia laboral en diferentes locales, Hugo contó con ella para llevar toda la zona de bar del que entonces era su nuevo proyecto: Tonka Cocktail Bar.
“El mundo de la coctelería es complicado. No está tan avanzado como otros ámbitos de la hostelería y la gente necesita mucha ayuda. En mi trabajo paso las horas inventando cócteles, tratando de agradar a todos los clientes, preguntando y buscando qué les gusta para dar con la tecla y que salgan satisfechos”, comenta Sandra. “El día de mañana me encantaría dar el salto definitivo al hotel y no moverme de allí. Seguir creciendo en la zona de bar y coctelería y acabar siendo la encargada de zona en NH”.
En cocina, el peso de la mujer también se hace notar, y es que solo hay que echar un vistazo al éxito de la cocina de Irene Garrido en KGB Málaga. Sin ningún tipo de estudio previo, Irene comenzó su andadura en restaurantes de Méjico regentados por la familia de su marido. Allí pasó once años de su vida, hasta que decidió volver a España y proba suerte en la Costa del Sol.
Fue en 2008 cuando, el ahora reconocido chef con estrella Michelin, Dani García abría su restaurante La Moraga, donde, gracias a la unión de representación entre el malagueño y el marido de Irene, José Alberto, esta volvió a trabajar en cocina echando una mano en el restaurante.
“En ese tiempo pelaba patatas, cortaba pan, preparaba ensaladillas… Hacía lo que fuera necesario”, comenta Irene. El local cambió de nombre y propietario en varias ocasiones hasta que, finalmente, esta y su marido decidieron embarcarse en una nueva aventura, la compra del local, donde abrieron el actual KGB.
“Estamos muy orgullosos del éxito tan inmediato de KGB, el cual ninguno esperábamos cuando abrimos. Sin embargo, los premios cosechado hasta ahora no te dan de comer. Es el trabajo del día a día el que cosecha triunfos: guiar al equipo, hacerles que trabajen duro cada día…”, cuenta Irene. “Ahora mismo no tengo ningún objetivo futuro, sino trabajar al día. Nos encantaría poder dejar un legado en KGB. He aprendido mucho de muchos chefs, sobre todo de Dani García y de quien considero mi maestro y mentor, David Olivas”.
Para Irene, la mujer siempre ha sido una gran cocinera en su casa, y aunque es cierto que ha habido un boom de chefs hombres con estrellas Michelin, “el talento no entiende de sexos”. Y así lo ha demostrado con premios como la Mejor Tapa Gastronómica 2015, 2º Mejor Concepto Gastronómico de España; o el reconocimiento como Lugar recomendado en la Guía Michelin.
Por último, y al frente de un restaurante con más de 40 años de historia, nos encontramos con Luisa Giráldez, de restaurante pizzería Palette, en Torremolinos. De hecho, Luisa es el claro ejemplo de querer es poder. Comenzó llevando las cuentas del restaurante tras acabar sus estudios administrativos, para más adelante ser contratada como jefa de personal y, finalmente, tras el fallecimiento del que era propietario, comprar el local y ponerse al frente del mismo.
“Tras 40 años en el restaurante, mi único reto diario es seguir mejorando. Tengo muchos proyectos en mente con el restaurante, y me encantaría conseguir el certificado de calidad. Sin embargo, mi principal objetivo es fidelizar a mis clientes”, dice Luisa. “Yo me encargo de conseguir la mejor calidad de producto, del personal de cocina, del servicio en sala, de los porveedores… pero todo esto se resumen a lo mismo, queremos ser el referente en lo que hacemos”.
Para estas cuatro mujeres, sus papeles en hostelería están siendo valorados en igual medida que el de cualquier otra persona en su misma situación. Su profesionalización y actitud queda patente en cada servicio, cada orden, cada nueva elaboración, y es que la mujer aún tiene mucho que decir en el sector hostelero, solo hay que seguir escuchándolas.