Con la creciente laboriosidad en las recetas, los grandes cocineros apuestan por estos alimentos como ingredientes más resolutivos
La cocina moderna ha ido paulatinamente buscando la sencillez pero también el minimalismo. Debido a la creciente laboriosidad de las recetas, los grandes cocineros echan mano de imaginación y recurren a ingredientes más resolutivos.
El objetivo principal de estos nuevos productos consiste en potenciar las recetas, dar color y orquestar una sinfonía perfecta de sabores. En general, estos nuevos hallazgos ofrecen increíbles propiedades y, de paso, resultan tremendamente saludables. Auténticas bombas vitamínicas que suplen cualquier carencia dietética. Por lo habitual, son condimentos de países remotos, ajenos a nuestra despensa diaria. Por este motivo, nos resultan un tanto desconocidos. Sin embargo, hoy día, se pueden encontrar con relativa facilidad.
Las semillas de chía
Estas semillas siempre han formado parte ancestral de la cultura maya y azteca. Pueden confundirse con la menta, pero nada más lejos de la realidad. Tiene propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Además, quintuplica el calcio de la leche de vaca y triplica los antioxidantes de unos arándanos.
Por otro lado, si lo que nos agobia es el colesterol, estas semillas contienen hasta siete veces más omega 3 que un filete de pescado azul, y supera las reservas de potasio contenidas en un plátano. Incluso son ricas en hierro.
Su uso en cocina suele atribuirse a elaboraciones como ensaladas o postres, donde se sirven crudas. Aunque también se pueden añadir a sopas e incluso suponen un magnífico ingrediente en un batido de fruta.
La moringa
Originario de la India, este producto está emparentado con el rábano y la col. De hecho, su sabor guarda muchas semejanzas con un ligero repunte en el toque picante.
Pero, ¿qué nos aporta la moringa? Fundamentalmente hierro, calcio, potasio además de vitamina A y C. Además, contiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Por último, es un perfecto regulador de la azúcar en sangre.
En cocina, este producto suele comercializarse en polvo y suele incorporarse en ensaladas, tortillas, pasta o como simple condimento.
El té matcha
Elaborado en Japón, constituye un elemento clave en la ceremonia del té. A diferencia del té clásico, el té matcha contiene cien veces más catequina. Este es un potente antioxidante, ayuda a prevenir el cáncer y ofrece un gran efecto calmante. Una de las peculiaridades de su cultivo es que los arbustos se cubren durante 20 días, consiguiendo aumentar su clorofila y los aminoácidos de la planta.
Este puede adquirirse en hojas o bien molido en polvo. Esta presentación permite añadirlo también a los postres y dulces.
La maca andina
Este superalimento puede que sea un poco más desconocido que los anteriores. Esto se debe a que procede de plantas silvestres limitadas a la zona de los Andes en Bolivia y Perú.
Sin embargo, este producto es eficaz para combatir el estrés, el agotamiento físico y mental; mejora los trastornos causados por la menopausia en mujeres y representa un afrodisíaco natural sin apenas contraindicaciones.
El ingrediente básico es la raíz de maca que se utiliza como harina para panes, pizzas, hojaldres, etc.
La espirulina
Conocida como ‘el alimento de los astronautas’ debido a su infinita condensación de propiedades en un espacio muy limitado, la espirulina es una bacteria que se alimenta de agua y luz.
Esta presenta un color azul verdoso y en forma de espiral. La mayor parte de su composición es proteína vegetal. Es una pastilla multivitamínica, mineral y de aminoácidos. De hecho, concentra hasta una docena de vitaminas diferentes y nueve minerales esenciales como hierro, potasio, zinc, fósforo, calcio, etc.
El único “pero…” que podríamos encontrar en este superalimetno es su sabor, digamos, complicado. Por esta razón, hemos de ser comedidos en las dosis. Se comercializa en polvo, el cual podemos añadir a zumos de cítricos, también de manzana o batidos verdes. Una buena opción es echarlo espolvoreado sobre cremas, purés y preparados que incluyan garbanzos.