Agro Magazine 106

    La belleza, el amor, la intensidad de algunos momentos de la vida no pueden medirse. No pueden calcularse. Y sin embargo son también verdad, son otra forma de conocimiento de este misterio que es el mundo, el universo.
    Vivimos ya sólo de lo medible, de lo calculable, del dato. Pero qué importa más, un millón de seguidores fríos o cuatro lectores cálidos, cuatro o cinco personas que valoren aún la belleza en un mundo donde la razón pura, como un fogonazo de luz, impera sobre la emoción de las cosas, donde el pensamiento ha relegado a las cosas del corazón.
    ¿Y qué hacemos entonces con las cosas del corazón, las razones del corazón que la razón no tiene? ¿Las olvidamos, las ignoramos? Vivimos en la época del conocimiento científico, tan necesario, pero y lo demás, ¿no importa acaso lo que no puede medirse? ¿No importan los amaneceres, los atardeceres, una noche de estrellas misteriosa que provoca asombro porque no pueden comprobarse, porque no dan beneficio?
    La realidad objetiva no existe. Depende de la mirada del sujeto que la observa. Nada ocurre igual dos veces. Nada está quieto, todo está en movimiento, como este periódico. Lo que importa es la vida, no los datos, la intensidad de la vida, el hecho de estar vivos y sentir las cosas que se van, como pájaros migrantes.
    Más que un sentido de la vida quizá busquemos, como dice Campbell, el éxtasis de vivir cada momento, cada instante irrepetible como si fuera el último, o el antepenúltimo.
    Feliz lectura. Muchas gracias, amigos.

    Publicidad