A los pies de la Sierra de Almijara, entre los términos municipales de Frigiliana y Cómpeta -aunque pertenece a este último-, se encuentra una de las poblaciones menos conocidas de la Axarquía, la aldea de El Acebuchal.
Esta coqueta villa blanca cuenta con una dura historia. Como en otros enclaves de Andalucía, sufrió la Guerra Civil, pero también lo que vino después de la contienda bélica. La aldea fue relacionada con la resistencia de los maquis, lo que llevó incluso a sospechar que sus habitantes ayudaban a los entonces rebeldes. Esto propició que Franco obligara a desalojar El Acebuchal a quienes lo moraban.
Fue así como en la década de los años 50 comenzó el declive de esta pequeña aldea competeña, que permaneció en el más absoluto de los olvidos hasta medio siglo después. Fue a partir de 2003 cuando la familia García se aventuró a reconstruir la que en su día fue la villa donde se criaron sus padres y abuelos.
El reto no era para nada sencillo. Tenían que reconstruir inmuebles abandonados y no contaban ni con electricidad ni agua. Pero, el entusiasmo y el tesón que pusieron los integrantes de esta familia fueron suficientes para que la luz llegara a El Acebuchal cinco décadas después de haber sido sometida a un auténtico ostracismo.
Gracias a ello hoy El Acebuchal es un destino para los más puristas. Para los que buscan un refugio natural, auténtico y muy exclusivo. Esto es posible gracias a la construcción de distintos alojamientos rurales y un pequeño restaurante donde se cocina sobre todo tradición.
El paseo por sus calles, donde aún se pueden ver vestigios de ese abandono de medio siglo, es relativamente corto. No en vano, cuando fue desalojada, esta aldea apenas contaba con una población de doscientos habitantes. Esto hace que el viajero sea invitado a conocer su entorno más inmediato a través de las distintas rutas de senderismo que pasan o parten de esta aldea recuperada para el disfrute del turismo rural. Parte de esos itinerarios están relacionados con los caminos históricos que atravesaban la Sierra de Almijara, donde se unen los territorios de las provincias de Málaga y de Granada.
Fábrica de la luz
Entre esos caminos están el que lleva a la antigua Fábrica de la Luz de Cómpeta -no hay que confundir con la de Canillas de Albaida-, que se encuentra a tan sólo cuatro kilómetros de El Acebuchal. Este enclave, por donde pasa el río Torrox -también llamado Patamalara-, merece la pena para estirar las piernas y conocer uno de esos lugares con historia de la Axarquía.
Pero, hay otras rutas para los senderistas más osados, como la que lleva hasta el enclave conocido como El Fuerte, ya en el término municipal de Frigiliana, o la que sube hasta la cima del Ciste, uno de los picos más elevados de la Sierra de Almijara.
El Acebuchal también es un refugio natural estratégico para conoce un repóker de pueblos con encanto. Lógicamente, en una salida en coche desde la aldea hay que visitar Cómpeta, si bien no es la población más cercana. Se tarda en torno a media hora en coche para llegar hasta esta villa axárquica conocida por su producción de vinos dulces. Menos de 20 minutos es lo que hay que recorrer para llegar a Frigiliana, donde aguarda su singular ‘Barribarto’ o Barrio Alto. A algo más de distancia hay otros destinos, como Canillas de Albaida y Árchez (ambos a cinco minutos más que a Cómpeta) o Torrox Pueblo.
■ CÓMO LLEGAR. Para llegar a El Acebuchal hay que pasar por Frigiliana. Desde este pueblo aguardan casi siete kilómetros por una sinuosa carretera, la MA-5105-, y por un camino rural, donde conviene ir con tranquilidad.
■ DÓNDE COMER. No hay muchas opciones en El Acebuchal. El bar restaurante que lleva el nombre de la aldea no tiene alternativas, pero no le hacen falta. Allí se cocina con cariño y pasión hasta el pan. Con productos de la huerta y de la sierra, se ofrece una carta llena de sabores tradicionales, desde el jabalí en salsa hasta una tarta de manzana, todo se elabora con tranquilidad y muchos mimos para conseguir platos que saben a tradición.
■ DÓNDE HOSPEDARSE. Aquí sí hay más donde elegir, si bien todo pasa por hospedarse en alojamientos rurales tradicionales. Las casas Antonio, Andrea, Rosa o Triviño son algunas de las opciones que se ofrecen dentro de esta apacible y hermosa aldea de la Sierra de Almijara.