El Burgo: un destino con mucha historia

Su casco urbano se erige sobre un cerro desde el que se divisa buena parte del valle del Turón. Hoy de su pasado se conserva sobre todo su iglesia de San Agustín y los restos de una antigua fortaleza. Aunque solapadas por muchas viviendas, todavía se pueden ver algunas partes de la que fuera su muralla.

Desde la dominación romana, la zona tuvo importancia por ser paso obligado entre Ronda y Málaga y el litoral mediterráneo. Sin embargo, el apogeo de esta fortaleza llega con la revuelta de Omar Ben Hafsun desde Bobastro a finales del siglo IX. Fue tomada por el propio califa Abderramán III en la llamada campaña de Turrus, en la que tuvieron que usar catapultas para tomar el castillo.

Entre los siglos XIV y XV pasó en varias ocasiones de manos musulmanas a cristianas por su ubicación en zona fronteriza. Finalmente, pasó a claudicar ante los Reyes Católicos en 1.485, cuando cae Ronda.

Hasta el XVIII, la fortaleza se mantuvo en un buen estado, pero un terremoto a mediados de ese siglo lo destruyó parcialmente. Pese a ello, las tropas napoleónicas lo usaron de refugio en 1.812, pero lo demolieron casi en su totalidad cuando lo abandonaron. Hoy se adivinan muchas de sus murallas y restos de algunas de sus doce torres originales en algunos rincones del casco antiguo.

El Burgo puede presumir también de ser el pueblo natal de dos personajes históricos. Por un lado, allí nació en 1878 el comandante Julio Benítez, conocido como uno de los héroes de Igueriben, una cruel batalla acontecida durante la Guerra del Rif. Un lustro antes nació allí el controvertido bandolero bautizado como Pasos Largos, un personaje sanguinario y despiadado que fue abatido a tiros por la Guardia Civil en 1.934. Con su muerte se puso fin a la historia del bandolerismo en España.

Paseos por El Burgo

Desde el pueblo de El Burgo, que es atravesado por el río, hasta el nacimiento hay muchos hitos interesantes que guardan relación con el cauce del Turón. Así, en el propio casco urbano se puede pasear habitualmente por la ruta de la Acequia de los Molinos, aunque actualmente está cerrado al público por unos derrumbamientos en la zona. En el inicio de este pasaje, eso sí, se puede ver el Puente Viejo, que por su tamaño evidencia que no fue construido para el paso de vehículos.

Siguiendo río arriba y dejando atrás el casco urbano de El Burgo, un carril en el margen izquierdo propone un original recorrido, siempre en compañía del Turón. Por este sendero, se llega hasta la presa del Dique, una de las zonas más frecuentadas en verano por los vecinos de la zona.

Río arriba el cauce del Turón va delatando su procedencia y ofreciendo su mejor cara, como unas bonitas cascadas. Para llegar hasta el nacimiento es necesario adentrarse por un sendero más estrecho que abandona el carril principal, que resulta ser uno de los tramos de la Gran Senda de Málaga.

Para tener una perspectiva más amplia de todo este paisaje se puede ir en vehículo hasta el Mirador del Guarda Forestal, hoy declarado como monumento natural de Andalucía. Este balcón natural está situado en una zona elevada en el puerto del Viento, en la carretera que une a Ronda y El Burgo. Desde allí se pueden apreciar con nitidez las principales cimas de la Sierra de las Nieves, el propio valle del Turón, la sierra Hidalga o el puerto de Lifa.

El Burgo también alberga otro reclamo de interés ecológico en sus sierras. Así, entre el área recreativa de Los Sauces y el cerro de las Camaretas, en el término municipal de El Burgo, se pueden ver espectaculares pinsapos, algunos de grandes dimensiones.

Aunque no es el bosque más denso de la provincia de Málaga, merece la pena adentrarse en él a través de algunas de las sendas circulares que parten desde la zona conocida como los Sauces, situada junto al antiguo convento de la Sierra de las Nieves.

Se trata de rutas de media montaña que permiten conocer la riqueza biológica de esta zona de Andalucía. Entre los itinerarios más destacados desde ese punto de partida también sobresale el que sirve de acceso al pueblo de Yunquera, que recorre igualmente algunos bosques mixtos en los que pinsapos, encinas y otras especies de montaña conviven en armonía.

Entre sus fiestas, hay que destacar especialmente, una gastronómica, la que se dedica a la sopas de los siete ramales cada 28 de febrero y otra relacionada con su pasado, Pasión Bandolera, en la que se hace una recreación teatral de un relato de ficción ambientado en el siglo XIX.

Además, como curiosidad, El Burgo celebra cada Domingo de Resurrección la Quema de Judas, en la que se hace un gran muñeco que signifique algo negativo que haya pasado durante ese año. Se le prende fuego hasta que queda reducido en cenizas. Para encontrar fiestas similares hay que buscarlas en latitudes más altas del país o incluso en Iberoamérica, aunque también hay algunas celebraciones parecidas en Córdoba o Almería.

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