Los primeros días del otoño en Málaga suelen tener cierto sabor a verano. Eso sí, según avanza la estación, el paisaje se va transformando y ofreciendo espectaculares postales típicas de esta época en muchos enclaves.
Entre los lugares más buscados están aquellos donde las hojas caducas llenan de colores ocres y cobres el paisaje. Así ocurre, por ejemplo, en aquellas zonas de la provincia de Málaga donde abundan los castaños. Y aquí tiene especialmente protagonismo el Valle del Genal. Más concretamente, el castañar es más denso entre los pueblos de Pujerra, Igualeja y Parauta, donde aguardan muchas rutas de senderismo y sinuosas carreteras en las que hay que buscar lugares para parar y poder observar el entorno.
Estos tres pueblos forman parte de lo que se ha dado a conocer como el Bosque de Cobre, un lema auspiciado por la Diputación de Málaga que ofrece esta zona diferente y espectacular tras la recogida de la castaña. Pero, no son ni mucho menos los únicos integrantes de esta marca turística. Junto a Pujerra, Parauta e Igualeja, entre los últimos días de octubre y los primeros de diciembre, también habrá que visitar otros de la misma comarca, como Cartajima, Júzcar, Faraján, Genalguacil, Benalauría o Jubrique, entre otros.
Yunquera, en la Sierra de las Nieves, también forma parte del mencionado Bosque de Cobre. Aunque los castaños no son tan numerosos como en el Valle del Genal sí hay suficientes como para proporcionar un paisaje singular, ocre y colorido, que hace del otoño una estación con mucho contraste.
En algunos puntos de Marbella, Ojén e Istán, también se pueden encontrar algunos castañares. En el último de los tres municipios, de hecho, se encuentra uno de los más singulares, el del Hoyo del Bote. Es especial porque allí se encuentra el conocido como Castaño Santo, uno de los árboles más longevos y de mayor porte de toda Andalucía.
Hay que buscar los cauces de los ríos donde hay chopos o álamos blancos. Estos espigados vigías ribereños mutan el color de sus hojas antes de que éstas caigan inexorablemente en las orillas. Así se consiguen estampas otoñales muy especiales.
Basta acercarse a algunas zonas de los ríos Genal, Guadiaro o Turón, entre otros para comprobarlo.
El otoño también puede ofrecer espectaculares paisajes en otros puntos de la provincia. Así, si llueve lo suficiente durante los meses de septiembre y octubre, el verdor será más intenso en enclaves como los Pirineos del Sur, en la Alta Axarquía.
Con ese curioso lema se alude al pueblo de Alfarnatejo y su entorno. Allí aguardan bonitas praderas, escarpados tajos y olivos centenarios.
También es el momento de que, con las pertinentes precipitaciones, comiencen
a llenarse los distintos embalses de la provincia, los ríos se regeneren y las lagunas se expandan. A ello hay que unir la consecuente mayor densidad de la avifauna migratoria.
Otras postales típicas de esta estación aguardan en la sierra. Málaga, que pasa por ser una de las provincias más montañosas del país, cuenta con muchos enclaves situados por encima de los mil metros en los que se recompensa a los aficionados al senderismo con imágenes mucho más exclusivas. Así, desde sus altas cumbres, tras
las primeras lluvias otoñales, las vistas panorámicas son más nítidas. Lo saben bien quienes han subido a cimas como (La) Torrecilla, La Maroma, la Cuesta del Cielo o Los Reales de Sierra Bermeja. En algunas ocasiones, se llega incluso a tener un mar de nubes a los pies. Son algunos de los lujos que ofrece el otoño malagueño