Agro cumple cuatro años
Lo verdaderamente revolucionario, lo atractivo y provocador, sería que anunciáramos
hoy nuestro cierre definitivo. Nuestra repentina desaparición. Sería
una celebración de aniversario cataclísmica, colosal, muy al hilo de lo que
hemos venido ensayando en estos casi cincuenta meses: una fragmentación
de lo absoluto, de lo sistemático, una constatación de que el tiempo pasa
inmisericorde para todos igual y que mientras lo hace andamos buscando
sentidos minúsculos y transformaciones, sentidos al sinsentido de un mundo
donde la belleza, la verdad, lo sencillo y lo humano han perdido fuelle, han
perdido su espacio.
Lo rupturista sería hacer mutis por el foro. Irse ahora cuando se seduce,
cuando se toca el corazón del otro con el blanco, con la palabra, cuando se
acaricia con el verbo. Irse con una media sonrisa misteriosa a lo Gioconda,
hacer de nuestra desaparición una pequeña obra de arte inexplicable, efímera,
pasajera, un acto imaginativo que nos dejara algún tiempo pensando, si
acaso alguien tiene ya tiempo de pensar en algo.
Cerrar y dejar preguntas en el aire del tipo: ¿Les iba mal? ¿Por qué lo
hicieron? ¿Pero si estaban en todas partes? Cerrar y dejar afirmaciones en
el aire del tipo: Me gustaba tanto ese periódico; tiene mérito sostener un
periódico de papel, en tiempos digitales, durante cuatro años; Yo lo cogía, lo
coleccionaba, se lo guardaba a mi amiga.
Pero ahora, como se lleva mucho eso de procrastinar, como está de moda
dejar las cosas para luego, vamos a postponer un tiempo más nuestro cierre,
sobre todo por si acaso todavía hay gente que no nos conoce, por si hay todavía
gente que quiere hacernos suyo, sumarse a este proyecto irrepetible,
como todas las cosas que pasan una vez en la vida. Dejémoslo en un simulacro.
En una esfera latente de posibilidad.
Estamos tan contentos de cumplir cuatro años que solamente se nos pasa
por la cabeza alguna que otra locura. Muchas gracias a todos los que habéis
hecho posible este blanco de papel, los que lo seguís haciendo posible. Estamos,
de corazón, tan agradecidos que nos quedamos ya sin palabras.